Cómo mejorar una secuela

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Una de las mejores frases no incluidas en el montaje de «Carlosaurio» la pronunció ese jran bigotón que es Manuel Pérez Estremera: «Un dinosaurio mejora y empeora cualquier película». Sublime: me río yo de los haikus.

Aplicando esa sabiduría al siempre fascinante concepto de rodar una segunda parte, Paco Fox, lanavajaenelojo y un servidor lnos preguntamos ¿qué elementos son IMPRESCINDIBLES para mejorar a una secuela? Tras seis segundos de sesuda reflexión llegamos a la conclusión de que había dos elementos innegociables en una buena segunda parte:

1) Que apareciese Paul Rodgers en ésta (ya vimos en el post de los discos con valores que TODO mejora si le añades un «+Paul Rodgers).

2) Que la secuela tuviese el subtítulo «Electric Boogaloo». Creo que esto no necesita explicación. Y, si usted fuese del grupo de los que la necesita, hágaselo ver.

A continuación, la demostración inapelable – con carteles fechos en 5 min cada uno por un servidor, Lanavaja y Paco – de que estamos en lo cierto:

Basada en hechos reales que nunca ocurrieron, esta espectacular secuela narra la historia de dos veteranos de la revuelta del Potemkin (Paul Rodgers y Nicolas Cage) que reciben una visita de Leon Trotsky con una misión cuyo nombre en código es ‘Electric Boogaloo’: hacerse con el bigote de Stalin. Una empresa prácticamente imposible para la que sólo irán armados con una maleta de filtros y munición ilimitada de gafas de sol.
La bandera francesa adquiere un nuevo color en esta producción de Miramax en la que Irène Jacob se pregunta quién es ese sórdido que le restriega el ding ding dong a ritmo de boogaloo.
Víctor Shakapopulis (Paul Rodgers) tiene que embarcarse en una arriesgada misión a Colombia para recuperar la cocaína que Woody Allen lanzó por los aires en la primera parte. Diane Keaton se niega a ayudarle pero le dedica un breakdance tras cantar una versión rap de ‘Dos gardenias para ti’ en un bareto de L.A.
Holly Martins (Joseph Cotten) descubre, en las calles de Viena, que Charles Foster Kane en realidad estaba vivo e intentando relanzar la carrera de Paul Rodgers como cantante de boogaloo. Al final, se descubre que fue Paul el que le oyó decir «Rosebud» en la primera parte.

Alain Sarde produce una relectura intelectual de este clásico del cine español. En esta ocasión, Paul Rodgers es el propietario del cipote cuyo tiro parabólico es estudiado por Jean-Luc Godard con referencias a la obra literaria de Lenin y Corin Tellado.
Versión pirata para el mercado asiático de American Beauty dirigida por un Albert Pyun – again! – que roba la subvención y que deja la peli a medio hacer. ¿El resultado? Se remonta American Beauty cambiando las secuencias de Kevin Spacey por conciertos de Queen + Paul Rodgers a los que se les pone por encima música de boogaloo. Interesante.
Ilsa llega a París, conoce a un famoso cantante de cabaret (Paul Rodgers), se olvida de Rick y se dedica a correr por la playa con Paul durante toda la peli a cámara lenta, flou rosa y a ritmo de boogaloo. Claude Lelouch dirige completamente untado en crema inglesa.
La protagonista de La Soledad se mete al cine porno para darse alguna alegría en la vida. En una pantalla, vemos una antología de sus mejores escenas rodadas a través de una puerta y, en la otra, un concierto de Paul Rodgers vestido de lycra fucsia. Éxito en Cannes.Paul Rodgers echa del plató a Sofia Coppola y pone tras la cámara al siempre más interesante Ávaro Saenz de Heredia. Todos se lo agradecemos y nos bailamos un boogaloo a su salud.

Paul Rodgers grita «¡Respetad la polla!», y esta vez todos le hacen caso. Es entonces cuando entra en escena el enigmático Mr. Boogaloo, responsable de la lluvia de ranas en la primera parte, con una propuesta excepcional: sustituir todos las señales de tráfico por barras de chope.
Un grupo de personajes gilipollas enganchados a su Blackberry aprenden dos o tres cosas de la vida cuando Paul Rodgers les habla de su martillo del amor a ritmo de boogaloo. (Magnífico cartel «For Sale» obra de lanavaja)
Liv Ulmann intenta vampirizar a Paul, pero no contaba con su boogaloo. A pesar de todo, la peli sigue sin entenderse. El crédito del falso director Alan Smithee esconde en realidad a un coro de cosacos bajo la batuta de Manlio Sgalambro.
Atrevida reformulación de los hechos narrados en la primera parte, con una gemela malvada de April Wheeler (Kate Winslet) viviendo un tórrido romance con una foto troquelada de Paul Rodgers. Ambos se fugan a Miami, donde la protagonista pasa sus días desconsolada cada vez que intenta infructuosamente que su amante baile Boggie con ella.
Revisión del clásico de Kurosawa en clave futuristico-musical en el que Paul Rodgers retoma el papel de Toshiro Mifune. El ídolo del rock recluta a todo el grupo ‘El Consorcio’ para que le ayude a defender a la colonia de Épsilon 0 del ataque de un grupo de clones de Adolfo ‘Shaba Doo’ Quiñones. Superados en número, Paul ha de recurrir a su arma secreta: el poder de su golpe teabagging.
Paul Rodgers logra hace una escena de «la pajitaaaaa…» más larga que la original. Que luego haya o no boogaloo no tiene importancia.
Michael Bay dirige este thriller en el que Paul Rodgers mata a su mujer y se traviste para huir de la policía (en helicóptero). Luego, intenta pasar desapercibido, como cantaora de boogaloo, en un pueblo manchego que termina arrasado por múltiples y variadas explosiones. Los Transformers aparecen en el último minuto para salvar a Paul Rodgers, que termina tirándose a Megan Fox travestida de señor.

Postdata:
Faltaríamos a la verdad si no dijésemos que tanto Paco, como lanavaja como yo mismo, cada vez que vemos un cartel de una secuela – o ante cualquier cosa con un número, añadimos siempre la coletilla «Cádiz 0». A veces, es un resultado cabal, como en «Spiderman 3, Cádiz 0». En otros casos, la paliza es de escándalo como en «Madrid 2016, Cádiz 0». Es todo un homenaje a la época dorada del Cádiz con su mítico jugador apodado «el Beckenbauer de la Bahía» – aportación de nuestro lector Monolito Lunar. Sin embargo, es deber consignar unos momentos fugaces en los que el Cádiz logró empatar y hasta ganar: también son historia del cine.

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