
A día de hoy, la sola escucha de esa canción sólo nos hace pensar en la esencia de la mal llamada musica «lounge»: esa cosa etérea que, en locales de diseño, se dedica a flotar sobre el ambiente. Es una música con pocas notas y menor complicación que cumple la única función de no interferir en los profundos pensamientos de los allí reunidos. Por «profundos» me refiero a «¿En qué producto de Apple me gastaré 18.000 veces más euros que su coste de producción?» y cosas de ese estilo.
Lo lamentable del asunto es que el palabro «Lounge» nunca quiso significar eso, sino que provine de las más gloriosas esencias de la sordidez. Estamos ante una corrupción del lenguaje parecida a cuando Esperanza Aguirre dijo que la Constitución de Cádiz era «liberal, como yo». Todo esto olvidando que los liberales de esa época se dedicaban a correr a boinazos a cualquier cosa con sotana, mientras que ella, hoy en día, da copiosas subvenciones a colegios privados del Opus Dei, entre otras meapileces.
Por ello, ante este atentado contra los verdaderos VALORES del lenguaje, hoy, en este su blog, nos proponemos rescatar el «Lounge» para el colectivo sórdido al que siempre perteneció. Como decía Bono «This is a song Charles Manson stole from The Beatles; we are stealing it back». Para ayudarnos en esta empresa, contamos con uno de los mejores crooners de los últimos tiempos. Ladies and Gentlemen, I give you… ¡¡¡Richard Cheese!!!
Ente onvre es el perfecto prototipo de «pianista de bar de hotel hecho a sí mismo» que ha logrado triunfar. En serio. Al parecer vive en Las Vegas y sólo da unos pocos conciertos privados al año por los que cobra un pastón. ¿Qué lo hace, entonces, diferentes de esos maravillosos viejunos que abundan en todo hotel sórdido para guiris alemanes o ingleses que se precie? ¿No viste, acaso, igual de chungo? ¿No utiliza el mismo Casio imitando un piano que ellos? ¿No produce el engolamiento de su voz, cante lo que cante, inmensas cotas de vicisitud? En efecto. Pero… ¿Cuántos pianistas de hotel conocen que se marquen una versión del, por ejemplo, «War Ensemble» de Slayer?
Está claro: el lounge no es la actitud del reclinarse en una silla de imposible diseño para decidir si el peso del nuevo iphone es o no el más adecuado para la práctica del snowboard. ¡NO! ¿Esta claro? ¡NO! «Lounge» es la «barra» del bar en la que uno debe reclinarse mientras, cual abejaruco de Félix Rodríguez de la Fuente, acechas la presa. Pero no vale reclinarse de cualquier forma: normalmente suele exigirse un smoking blanco o atuendo similar. Y, por supuesto, ser capaz de llenar ese smoking blanco con la actitud indicada. Todos los que habéis jugado al «Leisure Suit Larry and the Land of the Lounge Lizards» sabéis a qué me refiero. Y, si nunca habéis jugado al Larry, ya os lo estáis descargando: ciertas lagunas en la educación son inexcusables.
¿Cumple Richard Cheese estos requisitos? Vistas las fotos, creo que no hay discusión. No sólo su atuendo provoca admiración, sino que, además, sabe lucirlo en selectos y adecuados ambientes, con su decoración de leopardo y lejos de cualquier objeto que puedas comprar en Hábitat o sitos aún más fashion. Su Martini con aceituna – su mejor disco puede ser el «Aperitif for Destruction» tampoco deja lugar a la duda sobre lo que es la auténtica clase. ¿Y su actitud «abejaruco que acecha a la presa»? Basta con decir que uno de sus discos más exitosos es «I’d Like a Virgin». ‘Nuff said.
Por supuesto, algunos pensarán «¿Pero sólo se puede tocar música anglosajona? ¿Es que un buen ESPAÑOL – o hispanoparlante – no puede disfrutar del lounge sin tener que oir versiones pianobar de Alice in Chains o Metallica? ¡Por supuesto! ¡Y hasta musicalmente se puede usar música filosudamericana como en los 60! Pero hay que proceder con tino. Bossa Nova NO, mambo… ¡por supuesto!
Ni que decir tiene, el cock rock, con sus inteligentes dobles sentidos («teacher, I brought my pencil…») y su elegante autosuficiencia («You are semi-good lookin’, baby») es algo fácilmente integrable en la filosofía vital del buen Loung Lizard. Sobre todo, la escuela del gigantesco David Lee Roth, probablemente el Lounge Lizard definitivo. Por eso, no es de extrañar ni que Paul Anka hiciese una versión swing del «Jump» de Van Halen ni que Richard Cheese se animase a hacer lo mismo con esa gran banda a la hora de adaptar «Hot For Teacher».
Pero hay un detalle fundamental acerca de ese gran Lounge Lizard que es Richard Cheese que lo eleva por encima del nivel de «clásica curiosidad para el friki Jordicóstico-enteradillo». Y ese detalle es que, con su voz engolada, sus arreglos ultrasórdidos, su Martini interfiriendo con ciertas notas… ¡¡¡¡Richard Cheese ES BUENO!!!! La demostración definitiva es esta versión que APLASTA a la original. Nos referimos a la soporífera «Creep» de Radiohead. Richard, con ánimo swinger, logra darle un brío sórdido al «Soy un freak, soy un finstro» que convierte al llorica del Yorke en un sórdido autosuficiente con Martini en ristre dispuesto a desflorar a las vírgenes que se crucen en su camino.
Gracias a Richard Cheese y su obra , el Lounge vuelve a ser nuestro. Otra batalla ganada en esta larga guerra por los VALORES que tan dura y cruenta como necesaria. Como dijo Antón Reixa «Estamos en guerra, pero hay que reflexionar».(Update: con las prisas, se me olvidó dar las gracias al insigne Galocha – jran técnico de sonido y mejor sórdido – en cuyo Ford descubrí las grandes virtudes de Richard Cheese. Sorry por el despiste)