La extraña carrera de Thomas Dolby

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Cuando Ian Anderson decidió que él también quería hacer hard-casio, se planteó acercarse a lo que producían ciertos jovenzuelos de moda. Pero estamos hablando de un dios de la sordidez musical. No iba a fijarse en OMD o Duran Duran. A quien escogió como modelo fue a Thomas Dolby.

Hoy casi nadie se acuerda de él, pero fue un ‘two hits wonder’ que en cada uno de sus cinco discos hizo concretamente lo que le dio la gana. Normalmente a eso se le llama ‘arriesgada apuesta anticomercial’. Yo le digo ‘suicidio financiero, pero con dos cojones’. Dolby se presentó en la escena musical como un fanático de la electrónica y de los radiocasetes (de ahí su nombre artístico). De hecho, fue uno de los primeros en lidiar con sintetizadores, aunque su primer disco no llegó hasta 1982. En ‘The Golden Age of Wireless’ se dedicó a interpretar el papel de científico loco con malos pelos, consciente de que no había demasiadas esperanzas de ser un nuevo George Michael. Por lo tanto, no se iba a dedicar a cantar baladas de amor. Sus letras iban de ondas hertzianas, radio y aviación. Y ciencia en general. ¡CIENCIA!:

‘She Blinded Me With Science’ no sólo se convirtió en un éxito, sino también en una cumbre de la sordidez bien entendida. Esa que navega entre la calidad, la chunguez, la seriedad y la broma constante. Que semejante canción y video triunfaran de esa manera es algo que todavía no puedo explicarme, pero que me causa gran regocijo. La popularidad de este single propició una exitosa reedición del disco en la que desapareció la chunguísima ‘The Wreck of the Fairchild’, tema instrumental en el que se escuchaba la llamada de socorro de un avión antes de estrellarse y que acaba con la tripulación recitando el Padre Nuestro… en español.

El siguiente disco, ‘The Flat Earth’ incluyó ‘Hyperactive’, su segundo y último single de éxito, que fue acompañado por otro video what the fuck que se convirtió en material oficial de relleno de los temibles ‘minutos musicales’ de desconexión regional de TVE. Estoy convencido que sólo tenían una cinta con éste y el ‘Pictures in the Dark’ de Mike Oldfield. Claro que era realmente frustrante: lo de ‘minutos’ realmente significaba ‘120 segundos como máximo’, por lo que no había manera de ver el extraño final, que incluía un muñeco de ventrílocuo bailando mientras tiene la cabeza en el suelo. Observen:

‘The Flat Earth’ era una cosa bastante distinta instrumental y temáticamente al primer LP, pues Dolby comenzó a incorporar metales y piano, empezando ya a dar la espalda a los puristas del hard-casio. Para cuando sacó ‘Aliens Ate My Buick’, su estilo había mutado totalmente, y supongo que la mayor parte de sus seguidores lo abandonaron por Depeche Mode o Erasure, dependiendo de su orientación sexual. Esto es, homosexual o heterosexual extrañamente gay. El disco contenía una canción inspirada en las películas de ciencia ficción de los 50, un swing, una oda a una droga espacial, una épica casi-progresiva y una masturbación dentro de un Ferrari (con la pegajosa y memorable frase ‘Y mientras pasé de las mágicas 100 mph, mi amor explotó por todo su brillante interior tapizado de rosa’). A John Waters le habría gustado.
Por no hablar del pastiche mejicano ‘Hot Sauce’, en la que Dolby aparece con bigotón (con un aire al Manuel de ‘Fawlty Towers’) y siendo obligado a practicar un deshonroso cunniligus (vean del minuto 3:08 al 3:26, por favor)

Tanta chunguez interpretativa tenía que llevar a su paso al cine. En el 96 había compuesto las no muy relevantes canciones para la putrícula ‘Howard el Pato’. Su música incidental, sin embargo, fue rechazada, y gran parte del material acabó en ‘Gothic’, una locura de Ken Russell, estupefaciente director conocido por la comunidad sórdida por su trabajo en ‘Tommy’ y por poner a Roger Daltrey a hacer el perturbado a ritmo de Rick Wakeman en ‘Lisztomanía’. La mala suerte de Dolby continuó cuando le dieron el papel de malo en ‘Rockula’, una película mítica para este blog, pues fue la última que iba a distribuir la Cannon antes del colapso total de la compañía. Debido a ello, el flim no se vio hasta dos años más tarde y de forma muy limitada. Hoy es difícil de encontrar, y lo único que he podido ver es una versión doblada en italiano. Idioma que, como todos sabemos, mejora cualquier comedia.

Tras dejar este sórdido currículo cinematográfico atrás y hacer una intervención en el masivo concierto de ‘The Wall’ en Berlín (al que pertenece la vergonzosa foto que encabeza este post), Dolby entró en los 90 con ‘Astronauts and Heretics’, disco al que nadie hizo el menor caso y que, por aquello de llevar la contraria, fue el primero que compré. Se trataba de una obra variada, bastante buena y muy poco sórdida, a excepción de una colaboración de Eddie Van Halen. A continuación, hizo la banda sonora de un video de animación infográfica, en la que cantaba, atención, una canción sobre la mecánica cuántica, con una letra tan battiática como ‘Mecánica cuántica, la matriz es matemática, mi Honda es errática, te enseñaré lo esquemático’. Como nadie vio ni escuchó este disco, el amigo Tomás se retiró y se dedicó a las nuevas tecnologías. Aunque recientemente ha regresado (es lo que tiene la nostalgia ochentera) e incluso ha compuesto una nueva canción, con el imposible título de ‘Tu karma golpea mi dogma’. Espero que todo ello conduzca a un nuevo disco que, como mínimo, me sorprenda. Porque eso es algo que hoy en día hecho de menos.

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