Hard Casio forever!!

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EL HARD CASIO, MÚSICA DE LA CONCORDIA

Como todo lo que escribimos en Vicisitud, éste es un artículo de tesis en el que me propongo demostrar con pruebas irrefutables una de las grandes verdades de la vida: el Hard Casio es el género musical que más fraternidad genera y más amor siembra en nuestras vidas. Para no ir más lejos sepan que, aunque algunos lectores piensen que el blog es un era yo en el que un demente autor se disocia en tres personalidades diferentes, aquí publicamos tres sórdidos (cuatro cuando nuestro amigo el señor Panadero colabora) de distintos pelajes que se plasman en diferentes backgrounds musicales. El jebi, que emociona a don Vicisitud y a Panadero, me merece un gran respeto, sobre todo por sus cardados, su cock rock y sus grandes momentos gays, pero no lo vivo con pasión. Por otro lado el rock sinfónico que tanto motiva a mis compañeros me irrita por su pretenciosidad universitaria, su jipismo y sus innobles vínculos con el folk y la ruralidad, mientras que en contrapartida mis amigos sórdidos odian la música noventera. Me parece mal porque Oasis y Blur hacen canciones con abundantes coros de Yeyeye-Oooh – Aaaah, prueba del algodón que distingue a un buen grupo pop, y, aunque el grungerío animó a alguna gente a no lavarse y a Ray Loriga a escribir libros y eso está muy mal, personajes tan venerablemente sórdidos como Courtney Love berreando sobre el escenario I’m eating you, I’m overfed, your milk’s in my mouth, it makes me sick, mientras enseña las tetas, cuenta sus miserias e insulta a su público sólo pueden merecer mi aplauso. Además, gracias en buena parte a Kurt Cobain los pijomierdas ochenteros de polo con la bandera de España y fans de Dire Straits de mi colegio pasaron durante unos años al segundo o más bien cuarto plano que les correspondía y hasta vivieron un breve momento de conciencia y vergüenza de su pijerío y su imbecilidad, efímero pero no por ello de menor belleza.

Pero lo que importa es que estas desavenencias musicales se esfuman cuando hablamos de los grandes del Hard Casio, estilo que a todos nos cautiva. Lo mismo ocurrió durante la pasada semana santa, en la que don Panadero, dos sórdidos más y un servidor nos fuimos de viaje al sur en coche; la elección de la música adecuada para el trayecto fue motivo de múltiples y amargas trifulcas y disputas. Dark side of the moon de Pink Floyd provocó grandes rechazos, aunque sus detractores acabamos reconociendo sus grandes valores somníferos y convirtiéndolo en nuestra petición para la hora de la siesta. Grupos de todos los estilos de antes y de ahora fueron sucesivamente defenestrados por unos o por otros; sólo el gran descubrimiento de Panadero con el Super disco chino, un clásico de Enrique y Ana que debería ser recuperado YA como highlight de la noche en las discotecas, provocó el entusiasmo general hasta que apareció por ahí una casete de Depeche mode que trajo por fin el consenso, el sosiego y la unanimidad. Visto el poder de reconciliación del Hard Casio, vivo en la convicción de que si en el próximo encuentro Zapatero – Rajoy a alguien sensato y cabal se le ocurriera poner a Human League de música de fondo se alcanzarían grandes pactos de estado y los problemas de España se solucionarían con gran rapidez.

LOS GRANDES NOMBRES DEL GÉNERO

Nuestra pasión por el Hard Casio no es nada nuevo, buena parte de sus talentos más destacados han tenido ya sus artículos de homenaje chez nous:
  • Sabrina, Samantha Fox y demás divas del pussy pop
Pese a toda esta variedad que prueba nuestra hardcasiofilia, faltan otros igualmente dignos de mérito que, por tener una discografía más breve o de carácter no tan monumental, paso a aglutinar en este artículo. Voy a omitir a grandes como A-ha, Eurythmics, Wham, Pet shop boys o los mencionados Human League o Depeche mode, de los que me parece imposible decir nada en términos que no sean elogiosos pero que siguen presentes en la radiofórmula actual y por lo tanto no necesitan ser objetos de culto sórdido. Naturalmente son todos los que están pero no pueden estar todos los que son porque los 80 dieron para mucho. Si encuentran ausencias tan imperdonables como inevitables, aparte de pedir disculpas les cedo gustoso el apartado de comentarios.

KRAFTWERK

Los integristas de lo sórdido pueden ver mal que un grupo tan afamado en el mundo cultureta tenga su lugar en este blog. Pero a pesar de que su herencia haya sido malinterpretada por odiosos diryoqueis modernillos que pinchan esa música de ascensor a la que llaman lounge, o peor aún, nos torturan con house, trance, progresivo u otro de los diversos nombres que recibe el chumpatachún, los Kraftwerk no pueden considerarse responsables de tal desaguisado. Ellos se limitaron a vivir su sordidez experimentando con sonidos electrónicos y creando un legado que las gentes de las que hablaré a continuación supieron aprovechar con criterio y sabiduría, mientras que idiotas que en el mundo han sido como Chemical brothers o Massive attack convirtieron en aburrimiento. Para los fans del tecnopop sin duda la obra cumbre de Kraftwerk es el album Man machine, pero son igualmente memorables experimentaciones tan sórdidas como Transeurope Express o Pocket calculator.

GIORGIO MORODER

Nacer en un pueblo de Italia en el que se habla alemán, recibiendo así la herencia de los dos países más sórdidos del mundo, sólo puede llevarte a lo mejor y Giorgio es excelente prueba de ello; reúne todas las condiciones, bigotón incluido, para ser santo patrón del blog. Fue uno de los pioneros en ver que la electrónica no debía ser campo reservado al culturetismo sino que su lugar estaba en la pista de baile y el deleite de las masas. I feel love, en el que Giorgio animó a la pacata Donna Summer a cantar en plan guarrilla, fue el primer casiohit en arrasar en las discotecas; aunque los tontainas de los yanquis nunca han sabido gozar de los placeres del tecnopop, el avispado productor Jerry Bruckheimer sí apreció los valores éticos y estéticos del nuevo estilo y lo consideró óptimo para ilustrar los psicodramas de Paul Schrader que tenía la imprudencia de producir. Richard Gere conduciendo su cochazo de noche en busca de algo o alguien que le redima del mundo de vicio y prespitación en el que está sumido mientras suena un frenesí Hard Casio convierte a American giggolo en historia del cine. Volcado en el celuloide, Moroder sería una pieza clave en una de las grandes obras de los 80, Flashdance, y tras años de encadenar un exitazo tras otro desaparecería del mapa en plena cumbre dejando como canto del cisne la bellísima balada Take my breath away de Top gun.

MODERN TALKING
A nadie le importa cómo se llaman los ministros del actual gobierno ni cuáles eran los diez mandamientos, pero quien no se sepa de memoria los nombres de los componentes de este compacto dúo sí debería avergonzarse: Dieter Bohlen (pronúnciese Dita para mayor sordidez) era el rubio y el cerebrito que componía las canciones, mientras que el moreno, Thomas Anders, ponía la imagen con sus melenas, hombreras y pantalones la arruga es bella, siempre bajo la máxima de el maquillaje nunca es demasiado. Sus discos alcanzaron la perfección en su germánicamente milimetrada fórmula: siempre cinco canciones por cada cara, de entre tres minutos y tres minutos veinte segundos de duración, con una balada romántica en medio y dos temas marchosos antes y después; en unos y en otros el estribillo se cantaba una vez en tono normal y luego se repetía en falsete. Sus románticas letras, por otra parte, siempre hablaban de broken dreams, lonely hearts, frozen tears y no tenían problema en repetir my heart, my soul el número de veces que hiciera falta.

Aunque se admiten réplicas, considero que de su etapa dorada, que constó de seis álbumes (luego hubo un revival al final de los 90), la obra cumbre es el tercero, Ready for romance, no sólo por tener la portada más bella sino porque es el único que consiguió incluir dos superhits, los magistrales temas Brother Louie y Atlantis is calling. Además de este gran legado en lo estrictamente musical, los Modern dejaron para la posteridad no pocos enigmas por resolver: primero, ¿por qué Dieter llevaba siempre una guitarra en sus vidrioclises y actuaciones televisivas si las canciones eran Hard Casio? Segundo: ¿quién era la Nora cuyo nombre figuraba en el famoso colgante que siempre lucía Thomas? ¿Se trataba de su mujer, de su amante, de su madre o de él mismo por la noche? Tercero: ¿por qué el vidrioclís de Brother Louie incluía escenas de Érase una vez en América? Recordamos también que Dieter bifurcó su ingente talento y creatividad componiendo para la gran C. C. Catch y, tras la separación del dúo con Thomas, para su propio grupo, Blue system. Su video más sublime, absoluta cumbre del audiovisual europeo, es este Geronimo’s cadillac.

SANDRA

Esta sordidilla también alemana, como no, captó la atención del público europeo (los anglosajones excluidos, para variar; ellos se lo pierden) en el año 1986 con su excelente album The long play. Su voz un tanto empalagosa y sus pendientes gigantescos, no menos épicos que sus hombreras y cardados, convirtieron en bombazo al single (I’ll never be) Maria Magdalena. Su segundo vinilo, Mirrors, que aportaba más bien poco respecto al anterior, pasó tan desapercibido que la radiofórmula no germánica la llevó al ostracismo y a que fuera ignorado un tercer disco más variado e interesante y un inevitable Greatest hits que sonaba a despedida. Cuando ya parecía que Sandra era una one hit wonder a la que sólo unos cuantos gays decadentes seguirían la pista y elevarían a la categoría de minidiva, su marido y pigmalión, el productor francés Michel Cretu, uno de los grandes nombres del género, la convirtió en voz de su sórdido proyecto Enigma, con el que el Hard Casio marcó, gracias a una aparente fusión con el new age de moda, su mayor gol internacional durante los adversos años 90 (en España, afortunadamente, disfrutamos también de la feliz irrupción en el mercado de Camela, que han mantenido la llama hardcasiana viva hasta nuestros días).
ONE HIT WONDERS
Siguiendo la estela de estos grandes, muchas estrellas efímeras, principalmente de los 80, se valieron del Hard Casio para triunfar en listas de éxitos; por razones variadas no consiguieron consolidarse ni durar en el tiempo pero sí amenizaron muchos programas televisivos de la época, en especial el mítico Entre amigos de José Luis Moreno, por el que pasaron casi todos ellos poniendo con sus playbacks la más adecuada guinda a las intervenciones de Macario o Rockefeller. Sólo un sórdido realmente pata negra sería capaz de dar los títulos de una segunda canción de estos artistas; hagan la prueba y vean si están a la altura:
  • Empecemos por Baltimora, rey del Italodance con su Tarzan boy. ¿Cuántos de ustedes saben que intentó repetir éxito con otro tema llamado Boogie boogie?
  • ¿Y qué me dicen de Limahl, el recordado intérprete de La historia interminable? Al año siguiente grabó otro tema, Colour all my days, atreviéndose con una versión en español, No lo pienses más, que nadie ha cometido aún la osadía de colocar en You tube. Con el pelo corto y sin las delirantes mechas que habían sido sus señas de identidad no consiguió triunfar.
  • Ni siquiera la mismísima Estefanía de Mónaco consiguió sustraerse a la llamada del Hard Casio y, ayudada por su inaudible voz, perpetró la grabación del album Live your life. Todos los treinteañeros recuerdan su aparición en el programa de Pedro Ruiz cantando su gran hit Irresistible / Ouragan; creo recordar que para estar a la altura en horterez pedrito le regaló un caballo en agradecimiento por la entrevista. Stephanie tuvo un segundo single también de gran calidad, One love to give /Flash, y volvió a intentarlo años más tarde con otro LP titulado Foreign affair, pero esta vez ya no sonó la flauta.
  • La más orgullosa aportación española al hard Casio ochentero, aparte de los memorables Luis Cobos y Azul y negro, la llevó a cabo Iván, catalogado sin problemas en el glorioso Italodance pese a su origen. Fotonovela triunfó en distintos países y muchos franceses todavía se acuerdan de este hombre, aunque no tanto como de otros grandes de nuestra patria como Joselito, Luis Mariano o Marisol. Al verano siguiente logró un segundo exitillo con Baila e incluso llegó a creerse que no había dos sin tres y en 1986 se animó a editar Hey mademoiselle, con la que ya no se comió ni medio rosco.
Voy a dejarlo aquí porque al hurgar en el pop ochentero estoy abriendo una caja de Pandora llena de sórdidos demonios que me temo que me incitarán a escribir una continuación hablando de la segunda fila del Hard Casio, algo que suena muy duro y lo es todavía más. Sólo con buscar un poco en el Intenné aparecen cosas tan innombrables como este dúo llamado Diseño; y seguro que hay más, mucho más … si se creían que la pesadilla tecnopop se había acabado, aquí estamos los sórdidos para resucitarla.

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