El ataque de los clones de combate. Parte 1.

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Hace un tiempo realicé uno de los artículos de los que me siento más orgulloso. (Es verdad lo que dice mi novia: ¡con qué poco me contento! Y yo diría más: ¡ella también!) El caso es que en él hablaba de pasada de un fenómeno en el que todavía no he querido entrar. Sobre todo, por miedo. Se trata de las películas amateur grabadas en video. Pocos imaginan los horrores que pueden esconder estas palabras. Como, por ejemplo, el siguiente trailer:

Esta gran oda al potochop de título ‘The abominable… ’ tiene la estupefaciente cualidad de ser un clon de combate que hace que sintamos nostalgia de la calidad de los productos de este estilo de Roger Corman e, incluso, Joe D’Amato. ¿Y qué es un clon de combate? Pues a ello vamos.

Dícese de aquella película producida como respuesta instantánea al estreno (o, incluso, rodaje) de otro título de mayor presupuesto, del que plagia el mayor número de elementos posibles que no haga que un ejército de abogados acabe dejando a sus responsables friendo los huevos con saliva.

Claro que plagios los ha habido siempre a lo largo de la historia del cine. De hecho, en los primeros años del mudo era la mar de normal coger un cortometraje de otro y copiarlo tal cual. No digo que plano por plano porque por aquellos entonces el número de tomas era más reducido que en un maratón de Angelopoulos. Pero ya me entienden. Además, no me voy a poner a hablar de esos tiempos prehistóricos, pues no quiero que nuestros lectores huyan despavoridos ante la mención de todos los plagios de ‘Asalto y robo al tren’. Yo lo haría.

Por otra parte, la falta de originalidad tampoco es algo nuevo. Lo de apuntarse a una moda y no aportar nada es algo ha ocurrido desde esas películas de ‘viejo caserón’ de finales de los 20 y principios de los 30 (‘The Cat and the Canary’, ‘Seven Keys to Baldpate’, ‘The Old Dark House’…), pasando por los spagetti westerns más grimosos, y terminando en todos estos artit-ta que se dedican a montar las películas de manera juguetona sólo porque les gustó ‘Memento’.

Así que estableceré unas reglas. Más que nada por acotar un poquito el artículo y que no haya que publicarlo por fascículos:

Tienen que ser finstros que copien una determinada película de éxito de manera sonrojante y, por supuesto, baratucha. No valen clones que, más que respuesta a un blockbuster, sean ya parte de subgéneros asentados. Tal sería el caso de todos los slashers post-Halloween o los productos AIP generados tras el éxito del ‘Dracula’ de la Hammer los cuales, en vez de centrarse en plagiar el original, se contentaban simplemente con apuntarse a la moda. Y algunas incluso salían bien. Por lo tanto, sólo valen aquellas producidas con el único interés de que alguien muy, muy despistado se equivocara al cogerla en video y que poseyeran una trama que, normalmente, fuera un plagio sonrojante de su hermana mayor. Algo así como la versión en producto videográfico de un juego Falomir.

El término ‘clon de combate’ lo acuñó probablemente Roger Corman. Y, si no fue él, da igual, porque aunque lo hubiera inventado otra persona, el onvre se lo habría plagiado y lo habría dicho antes incluso de que la expresión saliera de la garganta del que lo pensó primero. Porque así era Rogelio. Al igual que otros grandes de la poca vergüenza como Menahem Golan, era capaz de sacar sus perritos calientes de flims a más velocidad que The Flash con un ataque de diarrea. Sobre todo aprovechando modas, como hizo al estrenar‘War of the Satellites’ apenas un par de meses tras el lanzamiento del Sputnik.

Clones de combate hay muchos. Y, si bien empezaron muy prontito, fueron los 80 la década clave de su desarrollo. Pensando sobre ello un poco (no mucho, pues a estas alturas del año mi cerebro tiene las mismas posibilidades de quedarse colgado que un Windows 3.1), he llegado a la conclusión de que hay dos motivos:
El primero es que estos plagios suelen circunscribirse a películas de género. Que, hasta que llegaron ‘Tiburón’ y la Santa Trilogía, eran casi exclusivamente material de serie B. Por lo tanto, más que calcos específicos de un solo título, todas se copiaban entre sí. Por supuesto, antes de mediados de los 70 se hicieron bastantes cosas que podrían considerarse clones de combate. Pero su actitud no era siempre de plagio sonrojante, sino de ladillismo consumado. Que parece que es lo mismo. Y quizá lo sea.

El segundo motivo es la inmediatez. Los éxitos de antaño no eran tan clamorosos. Lo creáis o no, antes de la llegada de ‘Tiburón’ las películas se estrenaban en un puñado de salas y se iban expandiendo poco a poco. No se jugaba tanto con el hype ni se creaba esa expectación meses antes del estreno. Por lo tanto, muchas de las pelis que podrían considerarse como clones tardaban demasiado en llegar, por lo que perdían un poquito lo de ‘de combate’, pues no peleaban tan claramente por el dinero de la hermana mayor. Cosa que sí sucedió a partir de los ochenta gracias en parte a los videoclubes, principales aliados de este tipo de películas-colonoscopia.

Es altamente probable que por cada flim de gran éxito desde mediados de los 70 que nombres se pueda encontrar un clon cutre. Por lo tanto, este listado no pretende ser exhaustivo. Lo cual es una forma de decir que no me da la gana de investigar en profundidad (con lo de la Cannon ya tengo bastante) y que no sólo voy a tirar exclusivamente de la memoria, sino que además voy a poner los ejemplos en el orden que quiera. Sé que no soy aristotélico, pero el universo tiene catorce dimensiones espaciales, y en todas ellas se rompen los condones.

Goldfinger:
A pesar de lo dicho en el párrafo anterior, empezaré ortodoxamente. Podría decirse que uno de los primeros éxitos clamorosos que generó clones parecidos a los de la era dorada de los videoclubes fue Goldfinger. Por supuesto, una película de género. No van a aparecer clones de combate de ‘Sonrisas y lágrimas’. Aunque, ahora que lo pienso, una versión con Julie Andrews enseñando a cantar a una prole de zombies infantes mientras devoran a soldados nazis habría sido toda una joya.

Pero no nos desviemos del tema con ensoñaciones sin duda febriles. La tercera parte de las aventuras del espía orejudo arrasó en taquillas afianzando la primera gran franquicia de alto presupuesto antes de que nadie supiera qué era eso porque Lucas todavía estaba en Modesto explotándose granos. Y, claro, por todas partes empezaron a salir agentes secretos. Sobre todo de Europa. Y casi siempre con nombres de arma secreta de Mortadelo y Filemón: ‘Agente 3-S-3’, ‘Agente X-1-7’, ‘Agente Z-55’, ‘Agente H.A.R.M’ (juro por San Feck que son títulos reales). Hasta Isasi Isasmendi hizo uno patrio, titulado ‘Estambul 65’, que algunos nostálgicos de la época recuerdan con cariño de la misma manera que hablarían del tonto del pueblo. Porque la verdad es que ni siquiera Carlos Aguilar, ese maestro del humor, tiene a bien hacerle una reseña positiva en su ‘Guía del Videocine’. Y estamos hablando de un hombre que tiende a encontrar virtudes en las películas de Jesús Franco.

Bruce Lee:
He aquí una pequeña anomalía histórica que quizá sea reseñable. No se trata de clones de combate destinados a copiar una película determinada, sino a confundir al personal plagiando… a una persona. Porque la verdad es que lo de calcar un flim de artes marciales es algo complicado, principalmente porque, por aquella época, todas tenían la misma trama.
Así pues, lo que generó el rápido éxito de Bruce Lee fue una legión de imitadores que intentaban dar gato por liebre. Incluso se hizo, tras la muerte del luchador con cara de cabreado, una película llamada ‘Los Clones de Bruce Lee’, protagonizada por los grandes:

Bruce Le
Dragon Lee
Bruce Lai
Bruce Thai

Pero había más: también tuvieron su momento gentecilla como Bruce Li (que se supone que era el mejor), Conan Lee o, incluso, un tal Bronson Lee, cuyos legados cinematográficos sólo sirvieron para ser carnaza de aquel glorioso programa de Coral Bistúer en Antena 3, cuando la selección cinematográfica de películas de ese canal parecía estar hecha, bien por un interno del Arkham Asylum, bien por un perturbado cuyo plan para conquistar el mundo fuera fundir el cerebro de la población.

Lo mejor de todo es que la mayoría de estos personajes llegaron a hacer películas con el nombre de Bruce Lee en el título. A veces con el pretexto de continuar la incompleta ‘Game of Death’ (‘Bruce Lee, el rey del Kung Fu’ o las dos verdiones del filme que utilizaban material rodado por Lee), otras aprovechando las leyendas absurdas que rodearon a la muerte del mito (‘Quién mató a Bruce Lee’, ‘Death of Bruce Lee’, ‘Bruce Lee fights back from he grave’, esta última con uno que firmaba ‘Bruce K.L. Lea’) o, simplemente con poca vergüenza (‘Bruce Lee contra los halcones negros’, ‘Reto a muerte a Bruce Lee’). Lo mejor de todo es que, si miras algunas de estas películas en la base de datos del Ministerio de Cultura (y hay muchas más de las que he puesto aquí), algunas de ellas listan al propio Lee como protagonista. Hasta ahí llegó la desvergüenza de entonces. Para nuestro regocijo de ahora.

Superman:

El superhéroe de los calzoncillos rojos tiene ya experiencia con esto de los clones. Y no, no me refiero a la dolorosa saga que hicieron tras ‘La Muerte de Superman’, esa cosa que hasta incluía un SuperTerminator y que es el equivalente en tebeo a una estafa piramidal en la que, además, te practica la circuncisión sin anestesia. Estoy hablando de ese finstro llamado ‘Capitán Marvel’, que, aparte de llevar una capa que más bien parece un babero del Papa, incluso fue objeto de demanda por plagio.

Como era de esperar, en cine también aparecieron muchos hijos espirituales de Superman tras el éxito de la película de Richard Donner. Varios productores decidieron que ellos también podían hacer su película de héroe en pijama. Con un uno por ciento del presupueto, claro.
Los primeros (por poco) fueron los turcos, cuya desvergüenza a la hora de plagiar sólo ha sido conocida por estos lares gracias a esa maravilla llamada internet y la popularidad que su copia de ‘La guerra de las galaxias’ (que dejaré para la segunda parte del artículo) ha alcanzado en Youtbe. El título de la película fue, curiosamente, ‘Superman Returns’, inaugurando la tendencia de hacer falsas secuelas que en realidad son remakes que más tarde retomaría Bryan Singer. Obsérvese lo entrañable del logo hecho en clase de trabajos manuales de un colegio de educación especial y el madelman que utilizan cuando Superman vuela:

Casi al mismo tiempo, un español, que no será la primera vez que aparezca por aquí, de nombre J. P. Simon (la ‘P’ viene de ‘Piquer’, pero el buen señor quería vender sus películas como americanas sin tener que abandonar a su nombre real. Una integridad que siempre me ha fascinado) se puso manos a la obra en su taller de Valencia, segueta en mano, para producir una de las cosas más recordadas por todo español aficionado a la caspa: su propia épica de superhéroes de título ‘Supersonic Man’ (más información, por supuesto, en Viruete: http://www.viruete.com/articulos/2004/supersonicman.htm)

Los italianos tampoco podían quedarse atrás, y en 1980 estrenaron ‘Pumaman’, conocida ya en este blog tanto por alguna de sus tremendas frases como por tener un tema principal con un sospechoso parecido al himno del PP.

El mismo año hicieron de Terence Hill un superhéroe en ‘El superpoderoso’, pero como no le pusieron pijama casi no cuenta. Y así más o menos quedó la cosa. Pero, misteriosamente, en el 87 los indios se descolgaron con su propia versión del Superman turco. Esto es, de desvergüenza cinematográfica pura y sin vaselina, con sus robos de efectos especiales, música, trama y rizo en la frente. Y, por supuesto, canciones y aportaciones de inigualable comedia. Observen este gran momento de humor inteligente con un tipo cagándose con el baño ocupado:

Madre del amor hermoso.

Tiburón:
La película que inauguró el Hollywood moderno fue víctima de uno de los clones de combate más interesantes. Cuando el filme de Spielberg triunfó, le salieron varios semi-clones que tenían al menos la vergüenza de cambiar al animal: ‘Orca’ (ballena cabreada), ‘Tentáculos’ (pulpo cabreado), ‘El desafío del búfalo blanco’ (búfalo cabreado), ‘Alligator’ (cocodrilo gigante cabreado), ‘Grizzly’ (Oso gigante cabreado), ‘Piraña’ (pececillos con hambre. Y cabreados)… Pero en Italia se perpetró la más descarada. El muy amado en este blog Enzo G. Castellari dirigió una película llamada ‘L’Ultimo Squalo’ con a) un tiburón blanco gigante, b) una playa en temporada alta que los políticos no cerrarán a pesar de las muertes, c) un barco medio hundido… bueno, básicamente todo ‘Tiburón’, con algunas cosas de ‘Tiburón 2’ para aderezar la acción.

Sin embargo, Enzo, como buen artesano que es, lo dirigió todo de manera bastante aceptable. Tanto que la distribuidora americana sacó la billetera y se gastó una pasta en promocionarla y, según he dicen por ahí, estrenarla con un buen número de copias.
Al poco tiempo, alguien de Universal la vio. Y denunciaron a la distribuidora. Ganaron la demanda y obligaron a la retirada de la película.

En España, sin embargo, sí que se llegó a estrenar. Y la llamaron… atención… ‘Tiburón 3’. ¿No se ha preguntado nadie por qué ‘Jaws 3’ se exhibió aquí como ‘Jaws 3 (D) El Gran Tiburón’? Pues porque los distribuidores de la peli de Enzo ya habían pillado el título. Yo mismo caí en la trampa. Y lo más triste de todo es que creo que fue la primera película que alquilé en video en toda mi vida, cuando sólo tenía el aparato un tío mío que lo utilizaba exclusivamente para ver pelis bélicas y clones de combate de ‘Salón Kitty’ (efectivamente: próximamente en este blog). Aunque, bien pensado, no es lo más chungo del asunto. Lo peor es que me tragué que era una secuela de la película de Spielberg. Diantre, era joven, sin criterio y los actores parecían americanos. De hecho, el prota era James Franciscus, lo cual eleva automáticamente la calidad sórdida de la película un par de puntos.

A pesar de la demanda, los italianos siguieron haciendo más plagios. Lamberto Bava rodó en el 84 ‘Shark, Rosso Nell Oceano’, Joe D’Amato atacó en el 89 con ‘Sangue Negli Abissi’ y nuestro viejo amigo Bruno Mattei se descolgó con el poco disimulado título de ‘Cruel Jaws’ en el 95, tomando prestados planos de las película de Castellari, D’Amato e, incluso, ‘Tiburón’ y ‘Tiburón 2’. Con un par. Aquí podréis disfrutar de un análisis de una escena de la cosa.

Lo más curioso del tema es que siguen haciendo clones de una película que, simplemente, no da para más. Hablo de la conocida saga ‘Shark Attack’, nuevos clásicos de la vicisitud fílmica de cuya tercera parte ya hemos hablado en este blog.

Nota final para completistas: sé de la existencia de una película americana llamada ‘Barracudas’. Pero parece ser que más que un plagio de ‘Tiburón’ es una película de conspiraciones con unos cuantos bichos de por medio. Eso sí, cabreados.

E.T.:
En una época en la que no era tan rematadamente ñoño, Spielberg decidió hacer una película cuya trama consistía en una familia acosada en una cabaña en el bosque por un grupo de sangrientos extraterrestres. Al final, los bosques se mantuvieron, pero el grupo de violentos bichos se redujo a un enano arrugado con voz de vieja y gusto por el alcohol. Steven decidió convertir su película de terror en una fantasía familiar y todo el mundo fue a verla (excepto yo, que disfruté de uno de esos lamentables videos piratas tomados de la pantalla del cine. Algo que todos creíamos superado. Pero todas las cutreces acaban regresando).

A J. P. Simon le pasó algo parecido, pero a la fuerza. Según asegura el director valenciano, su película ‘Los nuevos extraterrestres’ también empezó como un filme de terror con aliens. Pero los productores, en un intento por convertirla en un clon de combate del éxito de Spielberg, obligaron a cambiar el guión. ¿Hicieron ellos también que el monstruo fuera una enano disfrazado de oso hormiguero al que le brillan los ojos? Quién sabe. De decisiones absurdas está lleno el mundo.
La película, que padecí de pequeño, se ha convertido en un habitante perenne del ‘Bottom 100’ de la IMDB gracias a su emisión en el programa clásico americano ‘Mistery Science Theatre 3000’. De hecho, puede que sea más conocida allí que aquí, quizá porque los infantes españoles de la época todavía se estaban recuperando de la impresión de ver cine patrio como ‘Las Aventuras de Enrique y Ana’ y ‘La loca historia de los tres mosqueteros’.

Sin embargo, mi recuerdo más vivo de un clon de combate (esto es, una cosa tan desvergonzada que me causaba vicisitud hasta de niño) fue la tremenda ‘Mi amigo Mac’. Un plagio de ET que, encima, tenía la desvergüenza de llegar seis añitos después del hecho, haciendo que toda la operación fuera más ridícula todavía. Si eso era posible, porque de lo que se trataba era de hacer un gran anuncio de Coca Cola y MacDonalds (siempre he pensado que son la misma compañía). De ahí lo del nombre del extraterrestre. En serio. Se supone que son las iniciales de Mysterious Alien Creature. Esto es, como lo de que el GIL era ‘Grupo Independiente Liberal’.

Lo extraño de los clones de ET fue que, con la excepción de la película de Piquer Simón, los más descarados tuvieron en común el inusual hecho de aparecer bastante tiempo después del hecho. Si bien la popularidad de la película de Spielberg se mantenía, esto casi hace que no incluya este capítulo en el artículo. Pero cómo perder la oportunidad de hablar del bicho adorable más desagradable que jamás haya desgraciado una pantalla de cine. O, en este caso, un VHS. ¡Más feo que un Lunni con problemas de sobrepeso! ¡Más repugnante que un teletubbie tras diez horas al baño maría! ¡¡¡Nukie!!!

Esta coproducción entre USA, Reino Unido y (atención) Sudáfrica, con un co-director alemán y una falta de vergüenza sólo comparable a un disco de grandes éxitos de Santiago Rouco, tenía prevista su realización en 1988, al mismo tiempo más o menos que ‘Mi amigo Mac’. Pero no llegó a terminarse hasta 1993, haciendo que sea el clon de combate más inútil y absurdo de la historia. Claro que no se trata del más ridículo. Porque para eso siempre estarán los turcos. Finalizamos este paseo por los clones de combate de E.T. con la versión oriental de rigor, de título Badi. Acojona, tronco, acojona:

Conan, Mad Max y Rescate en Nueva York:

¿Y qué tienen que ver estas tres películas? ¡Pues que ya les he dedicado varios artículos a sus hijos bastardos, entre los cuales hay algunos clones de combate! Visiten ustedes:

– http://vicisitudysordidez.blogspot.com/2006/04/ator-y-su-pandilla.html
– http://vicisitudysordidez.blogspot.com/2006/08/mi-novia-est-haciendo-un-mster-y-yo-me.html
– http://vicisitudysordidez.blogspot.com/2006/11/mi-novia-est-explotada-en-el-trabajo-y.html

Y si ya conocen esos artículos, no desesperen. Sigan con nosotros para la segunda parte, en la que tendremos, entre otros, a gremlins, aliens, exorcistas y, por supuesto, los directos a video de The Asylum, la productora especializada en clones de combate que consiguió vergonzosa fama este verano al lograr sacar ‘Transmorphers’ una semana antes que… bueno, no sé ni para que me voy a molestar en decirlo.

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