
Esto debería, en teoría, llevar a recuperar una de las costumbres más sanas (y más añoradas) del género en los ochenta: los títulos graciosos. Sin embargo, el mercado videográfico sufre de una lamentable falta de imaginación. Nos invaden oleadas de Budapest Debutantes #21 o Gang Bang Universitario #83. Con muy pocas excepciones, ya casi no se encuentran títulos gloriosos como Bárbara la bárbara, Vamos a la carga con la cosa que se alarga, La pipa de Sherlick Holmes o aquellos dos cuya existencia ya ha entrado en la categoría de leyenda urbana: Caray con el mayordomo, que largo tiene el maromo y Si no soy Curro Jiménez, ¿qué hago con este trabuco?.
Sí, amigos: entre un título soso y otro con un chiste malo, yo tengo clara la elección. Aunque, lógicamente, puede llegar un momento en el que la inventiva no dé para más. Eso mismo le ocurrió el otro día a quien se encarga de estas cosas en Digital Plus. Un gran señor que lleva años poniendo título a jinquicientas películas anuales y que se mantiene como uno de los últimos bastiones de la imaginación aplicada al género. La verdad es que no conozco a ente onvre, y no sé si todas las películas emitidas llevan títulos inventados por él, pero nunca podré olvidar cosas como ‘Este verano estudiamos y, si aprobamos, follamos’ (del original sin rima ‘Deutschstunde Für Teenager’) o ‘Chochitos orientales buscan pollas descomunales’ (del patético ‘Black in Vasian #2’). Tampoco sé si fue en Digital Plus donde se inventó el inmenso ‘Culitos donetes’ para una de las primeras porno gays que se emitieron, pero no podía dejar la oportunidad de nombrar este imaginativo, gráfico y almorránico título.
El caso es que hace un par de semanas, este señor se dirigió a un amigo mío pidiéndole ayuda. Tenía una pequeña y comprensible crisis creativa y le preguntó qué título le pondría a una porno centrada en el tema anal sobre un tipo que vende casas. Mi compañero se puso manos a la obra y sugirió varias opciones, siendo ¿Cómo está el Euribor? ¡A tomar por culo! la más grande en su mezcla de sordidez, desvergüenza y agudo comentario social que haría palidecer de envidia a Ken Loach. Por mi parte, yo sugerí la más directa (y, por su puesto, con rima) Llave en mano, polla en ano.
En este blog decidimos llevar la consulta a nuestros lectores y propusimos tres opciones en una encuesta. Éstas son las tres películas resultantes, para las cuales hemos creado sus correspondientes carátulas:
En tercer lugar, el comentario político Ken Loachiano que no ha calado hondo. Se ve que a pocos les interesaría comprar esta película.
En segundo lugar, y a sólo cuatro votos del primer puesto, el título rimado con Paco el Pocero. Muchos de vosotros habríais optado por este tradicional producto rectal.
Sin embargo, en primera posición, con 126 votos, ha vencido esta maravilla de la vicisitud. Sin duda, pocos de vosotros compraríais esta película para satisfaceros manualmente. Pero, si lo que contara fuera el descojone, sería un superventas:
Finalmente, ninguna de estas propuestas fue la seleccionada. Y lo mejor de todo es el motivo. Parece ser que la palabra ‘anal’ (junto con ‘puta’) causa rechazo. Me parece la mar de curioso. Me imagino al señor consumidor de porno considerando la película a comprar y pensando “Mmmm… Anal Intruder… me gustaría verla, porque me encantan las penetraciones anales, pero la palabra en sí me causa rechazo, así que me decidiré por Culos perforados con martillo pilón”. El mundo es chungo, y la psique de la gente es más o menos lo mismo, pero con diarrea.