Diez decisiones catastróficas de la historia del cine

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Hay decisiones erróneas. Decisiones chungas. Decisiones lamentables. Pero sólo unas pocas elegidas tienen unas implicaciones tan nefastas que consiguen pasar a la historia. Ese tipo de anécdotas que tanto me gustan y que tan flaco favor hacen a mi prestigio cinéfilo. Porque no hay nada más triste que un tipo bajito y canoso, supuesto encargado de selección de cine de una tele, hablando de la Cannon a todo el que quiera o (lo más normal) no pueda evitar escucharle.

Os ofrezco cual plato de gominolas una selección de decisiones estúpidas. No están todas las que son, claro. Por lo pronto, los años clásicos de Hollywood son una mina para este tipo de gambazos. Pero lo desconocido de las películas haría la lista menos entretenida. Porque a ver cómo puñetas me las maravillaría para hacer chistes sobre, por ejemplo, el desastre de Darryl F. Zanuck con ‘Wilson’. ¿A que nadie conocía esa película? ¡Pues yo tampoco!

Gambazo número 1: Los inmortales son extraterrestres.

Ser fan de la serie de películas de ‘Los inmortales’ debería de ser considerado como una parafilia del masoquismo. Los seguidores de ‘Hellraiser’ tuvieron al menos una continuación visible. La calidad de la saga ‘Leprechaun’ nunca bajó gracias, principalmente, a que la primera ya era ridícula. Pero pocas veces se ha visto un descenso de calidad tan infernal como en la primera secuela de esta serie.
La película original no dejaba mucho espacio para una continuación: un puñado de gente que nace, en un momento determinado dejan de envejecer y se pelean hasta que sólo queda uno (De esto podría salir un reality show con actrices cuarentonas de Hollywood). Fin. Ya está. Sanseacabó. Pero no fue así. La gente parecía querer más señores liándose a espadazos y rebanándose la cabeza. Eso o, probablemente, que el productor, después de varias ponzoñas de serie B, no tenía nada mejor que hacer.

¿Cómo continuar lo incontinuable? Muy sencillo: ¡hacer que los inmortales sean extraterrestres!

Lo absurdo de la idea, más que saltarte a la vista, te arranca los ojos y los utiliza como sonda anal. El resultado fue una bazofia sin sentido que contradice toda la película original (mi detalle favorito es cómo los protagonistas ya se llamaban MacCloud y Ramírez en su planeta natal). El director, Russell Mulcahy quiso retirar su nombre de los créditos. Incluso Christopher Lambert quería salirse del proyecto. ¡El protagonista de ‘Beowulf’ consideraba que la película no alcanzaba la calidad deseada! Es como si Ángela Portero se quisiera salir de ‘Dolce Vita’ por la mala imagen que se da del periodismo.

Problemas contractuales obligaron a estrella y realizador a firmar la obra. Años más tarde se supo un poco más de lo que ocurrió realmente. La financiación se fue al garete mientras rodaban en Argentina. Los productores entraron a saco, cambiaron el guión y añadieron lo de los extraterrestres. ¿Cuál era, entonces, la idea inicial? ¿Cuál era el gran concepto que respetaba realmente el espíritu de la primera parte? La respuesta llegó en la forma diabólica de ‘Highlander 2: The renegade version’. Un montaje alternativo que desvelaba la gran idea abandonada por los malévolos financieros sin visión artística. Los inmortales… ¡venían del pasado! ¡Ahora todo tenía sentido! O más bien no. Dios mío, menudo estropicio de película.

Gambazo número 2: Coppola se mete a nepotista:

‘El padrino 3’ es una buena película. Soy de los pocos que considera que ‘El padrino 2’ es demasiado larga. Además, también me molesta esa alternancia entre el pasado y el presente que tanto placer masturbatorio le da a todo crítico que analiza la película. En comparación, la tercera parte me parece mucho más entretenida. El problema es que Coppola cometió un error: le dio el papel femenino principal a su hija. Que no sólo es mala actriz, sino que además hizo ‘María Antonieta’ y ‘Las Vírgenes Suicidas’. Desde entonces, ‘El padrino 3’ ha pasado a la historia como ‘la película espantosa porque estaba Sophia Coppola’. Y eso que salían también Joe Mantegna y George Hamilton.

Gambazo número 3: La creación de Franchise Pictures.

Hay decisiones que tienen menos futuro que un pariente de Charles Bronson que conozca a Jessica Fletcher. Cosas como “mejor será que no me abroche el cinturón” o ‘Creo que utilizaré una botella vacía sin tapón en lugar de un consolador”. Pero hay otras que, aun estando condenadas al fracaso, milagrosamente no implican la ruina del promotor. Los daños se circunscriben a terceros. Y, en el caso del cine, esos terceros somos todos los demás.

Caso en cuestión es Elie Samaha. Un italiano que había invertido sus ganancias con una cadena de lavanderías en abrir clubs en Hollywood. Pronto se hizo amigo de muchos actores famosos en busca de un cubata gratis. Se ligó a Tia Carrere y empezó a producir series B. Pero tenía que salir de ese pozo. Y decidió que su mejor opción era acercarse a sus amistades y pedirles ese guión que siempre han querido hacer, pero que los estudios rechazan. Como comenta Peter Guber en su libro ‘Shoot Out’, toda estrella de Hollywood tiene uno de esos en el cajón. Y casi siempre hay un buen motivo para que estén bien guardaditos: Normalmente producen, bien espanto, bien descojone, bien derrame cerebral. Elie habló con su amigo Travolta. Y el cienciólogo echó mano de ‘Campo de batalla: La Tierra’. Era como preguntarle a la Peste si conoce a amigos para una juerga y que ésta se traiga a Guerra, Hambre y Muerte.
El resultado es de sobra conocido por todo fan de la inmundicia y todo cienciólogo con un mínimo de orgullo (que alguno habrá). Con frases como ‘Te voy a hacer más feliz que un bebé Psychlo con una dieta de kerbango’, esta película es un punto de referencia ineludible en la historia de la cutrez cinematográfica.

Lo más extraño del caso es que, en parte por haber financiado el flim con jugosos adelantos de distribuidores extranjeros, en parte por el éxito de su producción ‘Falsas apariencias’, Samaha ha seguido haciendo películas. Bueno, más que películas, ‘3000 Miles to Graceland’, ‘Driven’, ‘Ecks vs Sever’ o ‘El sonido del Trueno’. Esta última la tuvo que terminar prácticamente con gráficos de Commodore 64 cuando se quedó sin un duro y se fue a la bancarrota. Y no la vio nadie en salas. Bueno, yo sí. Es que era de viajes en el tiempo. Y salía Catherine MacCormack. Vale. Ya sé que no tengo perdón de dios.

Gambazo número 4: United Artists le da carta blanca a Cimino

United Artists se fundó con el objetivo de hacer un estudio en el que los artistas pudieran trabajar con libertad. Una de esas ideas bienintencionadas, recurrentes en la historia del cine, que siempre acaban peor que un campista calentorro en Crystal Lake. Pero en este caso no sólo se trató de ‘terminar mal’. Más bien se despidió con un bombazo de dimensiones históricas que aun hoy en día resuena en Hollywood como ventosidad de elefante.
Tras el éxito del pestiño ‘El cazador’, United Artists le dio libertad total a Michael Cimino (Hoy Elizabeth Cimino. No, en serio) para ‘La puerta del cielo’, su épico western crepuscular. Vamos a repetirlo: Un western. Y crepuscular. Y de alto presupuesto. Y libertad creativa al director. Y, para rematarlo, con Kris Kristofferson. Una cosa es echarle cojones y otra muy distinta es colocarlos encima de una mesa en una convención de charcuteros polacos del Opus.
No voy a entrar en profundidad en una historia tan conocida como ésta (todo se puede leer en el libro ‘Final Cut’ de Steven Bach y en prácticamente cualquier historia del cine con mis mismas ganas de regodearse en la desgracia ajena). Baste decir que pocas veces a un director artit-ta se la ha subido el ego tanto a la cabeza. Y lo peor es que el estudio le dejó hacer lo que quiso. John Hurt comentaba: “Recuerdo llegar al set cuando estaban rodando una escena que en el guión se describía con una frase: ‘Averell pasa por una pelea de gallos en su camino al bar’. Cuando llegué allí, estaban en la tercera semana de rodaje de la pelea de gallos, lo cual, realmente, lo dice todo”.
Y tanto: la película, aun no siendo mala, costó tanto y se metió tal castaña en taquilla que acabó ella solita con el estudio.

Gambazo número 5: ‘Hagamos la secuela en el espacio’

Más que una decisión concreta, se trata de una especie de idea absurda que estoy seguro que flota en alguna dimensión paralela, justo cerca de la casa de Cthulhu y el ático de Yog-Soggoth, a la espera de asaltar nuestra realidad a la primera de cambio.

Cuando los guionistas de películas de serie B no tienen ni idea de cómo estirar más las franquicias, una especie de locura que emana del subconsciente colectivo hollywoodiense se apodera de ellos. ¡Eureka!, piensan con toda probabilidad mientras disfrutan de una limpieza de colon en Palm Beach: “Hagamos la nueva secuela… ¡en el espacio!”. Y el resultado, incluso para los estándares del mercado de directo a video, suele ser desolador. Ahí tenemos ‘Jason X’. Los productores originales de la serie ‘Viernes 13’ ya no tenían los derechos para ese título, pero sí para hacer una nueva serie con el personaje principal. Y, claro está, el gremlin de la secuela en el espacio se les coló en el cerebro y les dictó que la mejor idea para remodelar la franquicia era ambientarlo todo en una nave espacial. Por supuesto.

Otros ejemplos más baratos todavía son ‘Critters 4’, ‘Leprechaum 4’ y, efectivamente, ‘Hellraiser 4’. La primera y la segunda son cutres. La tercera hasta acabó firmada con pseudónimo y condenó definitivamente a los cenobitas al mundo del directo a video, algo así como el infierno del que proceden pero con más películas de terror japonesas chungas.

Gambazo número 6: Hal P. Warren decide que él también podía hacer cine

Como ya contaba en el artículo ‘¿Qué es una mala película?’, considero a ‘Manos, the hands of fate’ como la cosa más mala que he visto nunca. El origen del flim está en una apuesta. Hal Warren, un comerciante de fertilizantes (¡premonición!) de El Paso, Texas, coincidió un buen día con el guionista Stirling Sillphant (autor de ‘En el calor de la noche’), el cual buscaba localizaciones para una película. Sacando pecho (y, de haber sido España, probablemente calándose la boina también), le dijo que eso del cine también podía hacerlo él. Y, es su sobrecalentada mente (porque parece ser que El Paso hace que El Ejido parezca el paraíso terrenal), decidió realizar una película de bajo presupuesto.
El resultado fue increíble. Estoy convencido de que las autoridades sanitarias la prohibirían si conocieran de su existencia. Parece ser que no es lo peor nunca filmado: se dice que una tal ‘Night of Horror’ la supera, aunque con tanto freak amateur con una cámara digital a mano estoy convencido de que alguna más habrá. Porque, con esto de que todo el mundo puede tener una estación de edición en casa, la funesta decisión de Warren tiene que estar repitiéndose una y otra vez en la actualidad. Desde aquí aviso: ¡Cuidado, chavalines! Aprended de la historia de Hal. El tipo (que encima se comportó en el rodaje como un Stroheim de la vida) y el resto del equipo tuvieron que salir avergonzados del cine en el que se estrenó la película. No quiero ni pensar el escarnio continuo que seguro que sufrieron el resto de sus vidas por parte de sus vecinos.

Gambazo numero 7: Cannon decide hacer Superman IV

En este peaso de artículo sobre los amigos Menahem Golan y Yoram Globus ya expliqué cómo la Cannon se metió a producir supuestos blockbusters y luego no tuvieron dinero para rodarlos adecuadamente. El caso de Superman IV es el más conocido, y quizá el más triste. Porque nadie se podía engañar sobre la calidad e objetivos de ‘Masters del universo’ y ‘Yo el halcón’. Pero Menahem compró los derechos del personaje de DC con sus mejores intenciones. Se supone que se iba volver a la seriedad de la primera parte. Todos los involucrados querían superar la ligera ridiculez de la (ahora entrañable; entonces de vicisitud) tercera entrega. Pero luego se decidió desviar fondos a otras producciones de la Cannon. Grave error. Lex Luthor no pudo con Superman. Pero Menahem y Yoram Globus se las arreglaron para enterrarlo durante 20 años.

Gambazo número 8: El casting de Alexander y las mechas rubias de Colin Farrell:

Miren esto:

‘Nuff said.

Gambazo número 9: Alec Baldwin reflotando la carrera de Harrison Ford: Todos sabemos que, por cada gran interpretación, a menudo hay algún actor detrás que rechazó el papel. Casos para todos los gustos se pueden encontrar cada vez que se visita la sección de trivialidades de la IMDB o se lee libros de anécdotas hollywoodienses hechas por autores españoles que se, eeer…, ‘inspiran’ en dicha página.
Famoso fue el caso de Sean Connery en ‘El señor de los anillos’. Curioso el de Brad Pitt en ‘Inflitrados’. Pero lo gracioso del caso de Alec Baldwin es que dos decisiones en años consecutivos no sólo enterraron sus posibilidades de ser una estrella de primera categoría, sino que ayudaron a reflotar la carrera de otro actor con muy poco olfato para los guiones pero con muchísima suerte: Harrison Ford.

Tras hacer ‘La caza del Octubre Rojo’, Baldwin decidió pasar de la secuela (‘Juego de patriotas’) para hacer una obra de teatro. Lo cual no estuvo tan mal, porque al menos consiguió un Tony. El papel se lo llevó, casi de rebote (pues ni siquiera era el primer sustituto en la lista), Harrison Ford, cuyas dos anteriores películas apuntaban a su fin como héroe de acción.

Un año más tarde, Alec era el primero en la lista para protagonizar ‘El Fugitivo’. Y el tipo volvió a pasar. Lo único que hizo ese mismo año fue el thriller ‘Malicia’. A Harrison Ford le dieron el papel. A Baldwin, por su parte, le dieron todo tipo de hostias, y su carrera como estrella tipo A acabó con el fracaso de ‘La Sombra’ (segunda aparición de Russell Mulcahy en el artículo, by the way). Hoy en día ha resucitado con una serie de éxito y una buena capacidad para reírse de sí mismo (se ofreció para doblarse en ‘Team America’). Lo malo es que continúa con su inmensa habilidad para hacerse pasar por imbécil en su vida personal. ¡Qué onvre!

Gambazo número 10: Carolco decide hacer la película equivocada.

Como la Cannon en su momento, Carolco fue una productora independiente que también jugó en la liga de los grandes estudios. Y, como nuestro amigo Menahem, todo acabó en bancarrota. Los jefes de la empresa, Mario Kassar y Andrew G. Vajna, siguieron una estrategia similar a la de los israelíes (financiar la película con preventas a distribuidores independientes y préstamos sobre futuribles). La diferencia es que estos dos no comenzaron con series B para luego intentar el asalto a las superproducciones. Más bien ERAN las superproducciones. Su primera película, sin ir más lejos, fue ‘Acorralado’. Tras hacer las secuelas, consiguieron agenciarse la amistad de Arnold Schwarzenegger, con el que hicieron burradas como ‘Danko: Calor Rojo’, ‘Terminator 2’ y la muy grande ‘Desafío Total’.

En 1995, a pesar del éxito de ‘Stargate’, la dudosa estructura financiera de Mario estaba en un brete. Su plan era jugárselo todo a una sola carta. Se enfrentaba a una dura decisión: o financiaba un costoso proyecto sobre las cruzadas protagonizado por Schwarzennegger y dirigido por nuestro sórdido favorito Paul Verhoeven o hacía una de piratas con Geena Davis y (en principio, aunque luego salió escopetado) Michael Douglas dirigida por Renny Harlin. Por aquellos entonces se había anunciado otro proyecto similar (‘Mistress of the Sea’, curiosamente a dirigir por Verhoeven), lo cual parecía indicar que esto de las mujeres pirata era una buena idea. Así que Carolco se decidió por el director finlandés en lugar del holandés. ¿Hace falta decir más?

El resultado fue que la película está en el Guinness como la que mayores pérdidas le ha causado nunca a una misma compañía. Mario llegó con un cañonazo, continuó con varios bombazos y acabó con una debacle nuclear. A eso le digo yo ‘irse con estilo’.

Dejo el resto en vuestras manos. Desde el comité que aprobó el diseño del traje de Hale Berry para ‘Catwoman’ hasta todos los responsables de las reescrituras de ‘El último gran héroe’, los profesionales del cine nos han dado muchos buenos ejemplos de estulticia galopante con los que olvidar nuestros propios gambazos y hacernos sentir más inteligentes. ¡Vicisitud y sordidez es bueno para tu ego!

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