Todo el mundo tiene o debería tener una de estas. Son ese tipo de obras que siempre enseñas a tus amigos buscando el estupor o la risa floja. Cosas de una chunguez tan absoluta que harían sonrojarse a Uwe Boll, pero que tú muestras orgulloso como si fuera el Santo Grial. Durante mucho tiempo, mis momentos cumbres en las reuniones sociales era poner en el video el reportaje de Toxeiro (‘Me echaron droja en el Cola-Cao’) ¡en versión completa! A menudo, y hasta que el VHS no dio más de sí, acababa enseñando las partes ‘de trama’ de ‘Barbara, la bárbara’, la única película porno de la historia con los diálogos desgastados y las escenas de sexo intactas. Y es que los gritos de ‘¡Por el Salado Semen de Saltos!’ o ‘¡Por la Polla Deformada de Micerinos!’ son una maravilla del humor, por encima incluso de las letras de Franco Battiato.
Pero a la hora de la música, y sobre todo llegado el momento de echar a los invitados, no hay nada mejor que acudir a nuestro género favorito: el progresivo. Ya hemos hablado aquí del momento de mayor vicisitud de la historia de la música y del grupo que me deja más estupefacto. Pero hay mucho más.
En su gran disco ‘Para las chicas que se ponen regordetas por la noche’, los muy simpáticos y rurales Caravan nos regalaron mi sordidez sinfónica favorita: ‘The Dog, The Dog, He’s At It Again’. Un bonito tema, con una inocente melodía en plan patio de escuela tremendamente pegadiza y un épico final con armonías vocales. Que trata sobre follar. Escuchen:
El muy jrande compositor Pye Hastings nos regala perlas como ‘Chica solitaria, ¿quieres comerte un caramelo? Tengo algo que quiero que sostengas, y mi hermano te dirá que es bueno para el resfriado’ o ‘Salió la medicina, está llegando fuerte, está llegando una y otra vez’. Precioso, sobre todo si os digo que ese ‘está llegando’ es ‘It’s coming’. Y si no sabéis qué quiere decir ‘to come’ en contextos amatorios, es porque nunca habéis visto una película porno en inglés. Y si es así debido a que sólo consumís porno alemán, pues qué queréis que os diga: sois demasiado sórdidos incluso para este blog.Sin embargo, este ‘El perro, el perro’ no se puede utilizar para hacer salir despavorida a la concurrencia, pues, por aquello de las barreras idiomáticas, es un chiste que hay que explicar. Y todos sabemos que esos no funcionan demasiado bien, sobre todo unidos a ingestas de alcohol. Para la misión que nos ocupa de exhibición de sordidez y espanto del personal, nada mejor que ‘Hocus Pocus’, atentado sónico del contra todo pronóstico holandés grupo ‘Focus’.
Esta formación se disputa con Jethro Tull (otros que se las traen) el honor de haber introducido la ‘escupitajo-flauta’ en el rock. Solían perpetrar discos que combinaban temas en plan medieval, instrumentales pegadizos y largas jams jazzisticas más aburridas que… bueno, que una larga jam jazzistica. Tuvieron algún single de cierto éxito, pero la canción por la que serán recordadas es ésta. Atentos a la cara del cantante/flautista/teclista/perturbado Thijs Van Leer:
Riffs agresivos, órgano setentero, batería imaginativa y cantos tiroleses. ¿Qué puede haber mejor? Hasta los metaleros Helloween hicieron una versión en su disco ‘Metal Jukebox’.
Cualquier singermornings puede componer una canción sórdida cutre. Cosas como Los Mojinos Escocíos o los Petersellers pueden hacer gracia. Pero no llegan a la sublimación de la sordidez que son muchos progresivos. La magia está en ser chungos y, al mismo tiempo, presentar un tema complejo, bien compuesto e inmaculadamente interpretado. Y ponerlo en el mismo disco que una gran épica de sentimientos arrebatados o de una extensa jam de extrema complejidad. Ese maravilloso y aparente contrasentido es lo que me asombra. Y lo que me da verdadero amor.