

Tras ardua y apasionante deliberación, los grandes sabios de la iglesia concluyeron que el prepucio divino habría permanecido en el mundo terrenal, al igual que la sangre, las uñas y los fluidos corporales varios emanados por Nuestro Señor. El Santo Prepucio se convirtió desde entonces en una de las reliquias más preciadas y cotizadas de la cristiandad; para mi sin duda la más relevante, ex-aequo con el estornudo embotellado del Espíritu Santo. La primera aparición del prepucio más ilustre de la historia de la que se tiene noticia se produjo en la abadía francesa de Charroux, cuyos monjes declaraban haberlo recibido como regalo del emperador Carlomagno, quien a su vez lo habría obtenido directamente de un ángel del Señor. Los monjes peregrinaron a Roma llevando el sagrado capullo en procesión para que el Papa se pronunciase respecto a su autenticidad. El Santo Padre se negó a manifestarse al respecto, pero ello no fue obstáculo para que la devoción diera origen en el pueblo a la Hermandad del Santo Prepucio, encargada de preservar una reliquia muy venerada en particular por las embarazadas. Se dice de hecho que Catalina de Valois, esposa del rey Enrique V de Inglaterra, lo utilizó para menguar los dolores del parto a causa del bienestar que brindaba su fino y exquisito aroma. Todavía más gustirrinín le proporcionaba este pellejillo a sor Agnes Blannbekin,
monja mística del siglo XVIII a la que el capullo se le aparecía en sus trances, materializándose en su boca y haciéndola gozar hasta el delirio por su sabor dulce y carnoso: auténtica comunión con el cuerpo, la sangre y la polla del Altísimo. ¿A que se han hecho desde ya fans de sor Agnes? Otra Santa Mujer, Catalina de Siena (cuyo dedo incorrupto tuve la sórdida ocasión de contemplar y venerar en la catedral de la ciudad) también tenía al prepucio divino como protagonista de sus visiones: en ellas se casaba con el Señor y éste se lo ofrecía como peculiar anillo de bodas.La devoción ha continuado
prácticamente hasta nuestros días, sobre todo en el pueblo italiano de Calcata, donde el presunto Santo Prepucio era sacado alegremente en desfile todos los primeros de año en la festividad de la Circuncisión, aunque el Vaticano ha aconsejado no preocuparse demasiado por esta reliquia por poder inducir a una “curiosidad irrespetuosa”; es que hay por ahí mucha gentuza que no se toma estos asuntos con la seriedad y el respeto con que los abordamos en este nuestro blog. Por último, como hombre de ciencias recomiendo la lectura de la obra De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba («discusión acerca del Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo»), del gran erudito del siglo XVII Leo Allatius, en la que se especula con la idea de que el Santo Prepucio pudo haber ascendido al Cielo al mismo tiempo que Jesús y se habría convertido en los anillos de Saturno.