Ahora que se encuentra ya retirada, o tal vez sólo disfrutando de un descanso, es el momento adecuado para repasar la trayectoria de una mujer que es icono y referencia de este nuestro blog. El título de sus sin duda apasionantes memorias, Mis dos vidas, resulta idóneo para reflejar la naturaleza dual de esta mujer, a la vez maruja y feminista, folclórica y moderna, puesto que, como Heráclito, María Teresa Campos cree que el progreso se alcanza mediante la tensión dialéctica entre ideas tan opuestas como sórdidas. Populista y ambiciosa, se ha movido con soltura en medio de la lucha por la audiencia haciendo concesiones a las que nunca habrían cedido otros gigantes de la pequeña pantalla como las nunca bien ponderadas Raffaella Carrà o Mayra Gomez Kemp, pero siempre dentro de la televisión que a ella le gusta hacer, sin llegar a cegarse y caer en el todo vale de Mercedes Mila con Gran Hermano 8, y aunque pueda habérsela saltado alguna vez, para ella en su profesión existe una dimensión ética, un concepto absolutamente desconocido para Javier Sardà, Ana Rosa Quintana, la caraconejo de A tu lado, y tantos otros cuyo nombre no merece ni siquiera mentarse.
María Teresa no llega a la televisión hasta los años 80, precedida de una larga trayectoria en las emisoras de radio malagueñas. A su llegada a Madrid, la cojonudita de Málaga, como se la empieza a conocer entre los compañeros, lleva a cabo varias colaboraciones en TVE, la más importante en el mítico programa matinal Por la mañana conducido por Jesús Hermida. Allí empieza a destacar entre un harén compuesto por la pizpireta Miriam Díaz Aroca, la inefable Nieves Herrero, la igualmente víbora e igualmente tonta Irma Soriano, que luego protagonizaría uno de los programas-anuncio más trash jamás vistos, Consejos de Cola Cao, y muchas otras. Ante su evidente superioridad frente a la competencia, María Teresa, que empieza colaborando en pequeñas secciones, entre ellas el muy sórdido miniculebrón Intriga matinal, trepa rápidamente puestos hasta convertirse en la mano derecha del jefe, y finalmente en su sustituta, puesto que se hace cargo de A mi manera, el programa vespertino que por entonces tenía Hermida, en 1989.
El éxito es tal que A mi manera se convertirá al año siguiente en Esta es su casa, y más adelante, ya por la mañana, en Pasa la vida. Campos se convertirá en reina de la matinée televisiva durante doce estupendos años, primero en TVE, y más tarde en Telecinco, que cambia el título del programa a Día a día. La decadencia comienza cuando superTeresa decide pluriemplearse y trabajar por la mañana en la tele y por la tarde en la cadena COPE, que nunca ha remontado el vuelo desde la pérdida de la insuperable Encarna Sánchez, y que vivió un ligero remonte contratando a nuestro ídolo para luego sumirse en los fangos en los que, como todos sabemos, se arrastra en la actualidad, con gentuza cuyo fascismo fácil, chillón y grosero, opuesto al barroco y genial delirio de Encarna, no tiene gracia ni como parodia.
La calidad de los programas de Teresa se resiente ante tanta ubicuidad, aunque, como siempre ocurre, el descalabro no llega hasta que nuestra amiga se pasa a la muy gafe Antena 3 con el programa Cada día, donde no puede competir con la falta de escrúpulos de su competidora, Ana Rosa Quintana, cuyo evidente desprecio y condescendencia de pija hacia sus espectadoras no impide que triunfe, ni con la campaña en su contra por parte de sus exjefes y el resto de gentuza de Telecinco, los cuales, a través de Aquí hay tomate y demás esbirros, comienzan el acoso y derribo a la que un año antes fue su compañera y les hizo ganar dinero a espuertas. Viendo el trato que le dan a una profesional de bastante más talento y versatilidad, Ana Rosa haría bien en ir poniendo sus barbas a remojar, no querría yo estar en su pellejo cuando le baje la audiencia …
Por otra parte, la menos conocida faceta literaria de nuestro ídolo incluye obras menores como un manual para echar a los hijos talluditos de casa, de la rancia colección de libros de sordidez prefabricada El papagayo, y el más recomendable Agobios nos da la vida, algo más parecido a la guía espiritual camposiana que tantos esperábamos.
A los que enarquen la ceja con superioridad o desprecio ante un personaje tan insigne como María Teresa, aparte de no darles nuestro amor, les sugerimos que dejen este blog y se vayan a escuchar discos de Pablo Milanés, o a ver películas de Sofia Coppola, Michael Haneke y demás pseudointelectuales de moda. En cambio, a las gentes de bien no iniciadas en su fascinante obra que no comprendan qué la distingue de tantas otras presentadoras de magazines y la convierte en autora, pero que por la nobleza y sordidez de sus corazones les interese saberlo, es un placer iniciarlos en las claves de su universo.
El universo Campos (I): Las secciones
Aunque en un programa diario de tres o cuatro horas de duración son inevitables los altibajos y lugares comunes, el espectador de Pasa la vida o Día a día podía estar seguro de asistir a algún momento cumbre en el que Campos traspasaría la delgada línea que separa la exaltación del mundo del ama de casa con la entrada en el bizarrismo y la transgresión, en una muy posmoderna experiencia sólo comparable a la de ver una actuación de Pimpinela, uno de los más grandes grupos jamás habidos.
Buena prueba de este equilibrio entre lo convencional y lo surrealista son varias secciones de sus programas, comenzando por el celebérrimo Apueste por una, donde María Teresa hacía su papel de mujer progresista enfrentada en un minidebate a la carca de turno; muy sabia ella, supo rodearse de adversarias progresivamente más tontas, comenzando por una tal Purita, siguiendo por Patricia Ballestero, y acabando en conservadoras de la talla intelectual de Cuca García y Marina Castaño, para que sólo espectadoras muy oligofrénicas pudieran identificarse con unas ideas tan consistentes como El papa no lo permite ... , y de esta forma el socialismo saliera siempre triunfador.
El gusanillo de la confrontación de ideas la llevó a construir más adelante todo un parlamento catódico en Si las mujeres mandaran o mandasen, apartado en el que parte de las colaboradoras del programa se alineaban en el partido político de las Mujeres Progresistas, capitaneado naturalmente por la propia Campos, mientras otras elegían la tradicionalista agrupación Romeas (románticas españolas asociadas), o las que no querían mojarse, como Terelu, se enrolaban en Mujeres Prácticas, el partido de centro. Proyectos de ley sobre qué tipo de bocadillo había que dar en la merienda o el horario más idóneo para hacer las compras se debatían en una experiencia televisiva tal vez feminista, tal vez próxima a un gallinero, pero incuestionablemente sórdida.
La siempre down to earth Teresa volvió a demostrar su identificación con su audiencia y su gusto por mezclarse con el pueblo en los Monólogos de la plancha, en los que sacaba su acento andaluz comentando diversos temas mientras repasaba cuellos y puños. La afición a este tipo de teatrillos se perfeccionó también en El aperitivo, que tomaba al lado de su marido catódico, Paco Valladares; más adelante la familia aumentaría con la incorporación de Rociíto, que encarnaba con una no muy dulce voz a la hija del matrimonio.
El tendedero, por su parte, era la sección de cotilleos de Pasa la vida, en los olvidados tiempos en que los programas, en lugar de consistir únicamente en eso, tenían una sección de cotilleo semanal de media hora. Campos se asomaba, cargada con la colada para tender, a su balcón en un patio de luces de atrezzo, y lo mismo hacían dos periodistas en las ventanas de enfrente, como buenas vecinas que se ponen al día de los chismes.
Con los años, durante la etapa en Telecinco, algunos de estos delirantes apartados se conservaron, pero otros fueron reemplazados por secciones más convencionales, como el médico responde, o ya decididamente vulgares, como el repaso a los cadáveres del día en Crimen y misterio, o El corrillo, una emulación de Crónicas marcianas con chusma de tercera o cuarta categoría berreando a favor o en contra de los concursantes del Gran Hermano, es decir, el tipo de televisión habitual en Telecinco sin especiales signos de autoría.
En medio de tanta oscuridad, brilló la luz en la Mesa de debate, en la que periodistas un poco más de verdad comentaban los asuntos políticos y sociales del día. En principio la idea no parece original ni gran cosa, pero en su contexto, durante la etapa más dura del PP, en la que TVE no se distinguía precisamente por su pluralidad, era el único lugar en la televisión nacional donde se podían contrastar puntos de vista. Menos sordidez, pero otra prueba de la ductilidad de María Teresa.
El universo Campos (II): Los colaboradores
Resulta obvio decir que el mundo de autor de Teresa no se podría haber construido sin los colaboradores adecuados. Entre todos los personajes que pusieron su grano de arena en Pasa la vida y Día a día, destaca el gran José Manuel Parada, si bien es cierto que, aunque su saber estar ya se percibía, la alargada sombra de María Teresa le impedía dar rienda suelta a todo su talento, que se desplegaría sobradamente con posterioridad en Cine de barrio, clásico a imitar y gran ejemplo de televisión de autor. Y es que un freak NO es un calvo gordo de perilla con camiseta negra que se gasta trescientos euros al mes en comics y monigotes de El señor de los anillos, porque de esos hay cuarenta mil en cada ciudad; un auténtico freak es un ser único como Parada, que, aparte de programar semana tras semana películas que, aun para el ultrasórdido estandar medio de la comedia española del franquismo, son inenarrables, se emociona al encontrar una copia de la descatalogada primera versión de La tonta del bote y junta en su programa a las dos tontas del bote, Josita Hernán y Lina Morgan, para celebrarlo. Y si su idea de televisión transgresora es el presuntamente gracioso Gran Wyoming y su complaciente Caiga quien caiga, pues puede usted disfrutar de programas con un espíritu revulsivo similar en Los Lunis o La hora de Bill Cosby, ¿dónde está el riesgo en predicar para el ya converso?:
Parada en cambio coló con gran éxito de audiencia en TVE durante casi toda la era PP el programa más gay de la historia de la televisión mundial, con el imposible Pablo Sebastian al piano, las folclóricas más petardas como invitadas, y un decorado que hacía parecer masculina a la película más chillona de Almodóvar, con cuadro de Rocío Jurado incluido. Tal pérdida de aceite deja en pañales a una loca convencional y domesticada al gusto burgués como Boris Izaguirre, el típico mejor amigo de las mariliendres de clase alta. ¿Cómo pudo sobrevivir Cine de barrio durante la era Urdaci? Gran misterio, aunque era inevitable que alguien se diera cuenta de la depravación, y Parada acabara viéndose reemplazado por la mucho más inocua Carmen Sevilla.
Otro grande de las mañanas televisivas era el ya mencionado Paco Valladares, marido de Maria Teresa en la ficción durante varios años. Juntos se dedicaban, en la sección antes comentada El aperitivo, a buscar y comentar las noticias más delirantes de los periódicos del mundo, mucho antes de que Manel Fuentes descubriera la pólvora haciendo lo mismo en Crónicas marcianas con menos gracia, aunque bastante más que los miles que a su vez lo imitan a él en todos los programas en la actualidad. Paco y María Teresa leían sin pestañear, frente al aperitivo del mediodía, delirios como se casan tras cambiarse ambos de sexo, o encera el suelo para que su novio paralítico resbale con la silla de ruedas, pero es ella quien resbala y se queda también paralítica.
Y entre las más ilustres presencias del universo camposiano no puede faltar la muy respetada en este blog Paloma Gómez Borrero, antigua corresponsal de TVE en el Vaticano, que en una de las más longevas secciones del programa, Paloma viajera, proporcionaba informaciones sacadas de la actualidad de la prensa italiana o llevaba a cabo pequeños reportajes turísticos de los países que había recorrido acompañando a Su Santidad: sus fuentes documentales o su inventiva, eso sí, no eran tan brillantes como su cardado, y la hacían amenizar al espectador con datos tales como su contacto en un ascensor con Fray Piccolo, el fantasma del Vaticano, o perlas del calibre de los aborígenes australianos son una raza muy antigua, viven desde hace unos tres mil millones de años, y el corazón les late a sólo 100 pulsaciones por minuto, en vez de las 250 normales. Por algo Siniestro total, cuando eran buenos y cantaban Me pica un huevo, antes de volverse gente ignominiosa que hace discos de homenaje al blues, mentaban a Paloma como su ídolo y primera influencia.
Del resto de colaboradores, conviene dedicar un cariñoso recuerdo al bigotón pianista Don Emilio, a Chari Gómez Miranda, la mítica Doña Adelaida especialista en telenovelas, a la surrealista Ketty Kaufman, una mujer disfrazada de mujer, como diría John Waters (se adjunta prueba gráfica), y, como no, a Terelu, que, aparte de conseguir no desmerecer al lado de Parada, con quien solía presentar los concursos del programa, actuó con una gracia y desparpajo que hicieron crear unas expectativas incumplidas luego en Con T de tarde y La granja: volar sola sin mamá le queda un poco grande. Eso sí, Terelu dio sopas con onda a todos los hijos y hermanos de famosos que plagaron el programa en sus últimos años, entre ellos Andrés Caparros Jr, Alexandra Prat, Carmen Janeiro, más popularmente conocida como Jesulina de Ubrique, Rociíto, etc. Eso por no hablar de toda la gentuza de periodistas de cotilleo, famosos de tercera, grandes hermanos y demás, exceptuando, claro está, al gran Alessandro Lecquio, cuya participación sólo puede calificarse de anodina de todas formas, en la decadencia de los últimos años, cuando María Teresa quiso ponerse a la “altura” del resto de Telecinco.
Y en el futuro, ¿nuestro ídolo hará suyas las palabras de Mayra Gómez Kemp yo ya fui número uno, ahora que lo sean otros, o morirá con las botas puestas? La respuesta la veremos, o la echaremos de menos, en nuestras pantallas.