Tus gitanos son primores
Que le hacen a la gitana
En el pelo caracoles’
(David Allen, ese poeta)
– Una reacción alérgica de gran virulencia al constante machaque al que me sometía mi padre con las casetes de Romero San Juan y el terrorífico Rafael del Stand (os juro por San Feck que ese era su nombre). Sólo, claro está, si no había Carrusel Deportivo. De ahí que el fútbol también me de grima.
– Para mí, el flamenco se relaciona automáticamente con los canis (o jinchos, o calorros, o…) de Algeciras que me atracaban en la infancia o que se ponían de caballo hasta arriba en unos soportales de enfrente de mi colegio (‘La oficina de colocación’, como llamaba un profesor al lugar).
Sintiéndolo mucho, esto es así. Y sé que ahora la moda bienpensante es alabar cualquier manifestación cultural tradicional, aunque sean los bailes regionales de Bostwana. O hacerse los expertos en artistas folk y exaltar sin reservas a los Chieftains aunque distinguir una jiga interpretada por estos de otra de cualquier disco de celta de la Fnac sea virtualmente imposible. Pues lo siento mucho. A mí el flamenco me sugiere coñazo, drogadictos y gente olímpica (con medalla de oro y gran mancha de sudor en el sobaco).
Todo esto hasta que descubrí a Carmen. Y entonces supe que en el flamenco también podía existir el amor, la vicisitud y la sordidez.
Mis investigaciones en las abisales fosas del rock progresivo no sólo me han servido para perder neuronas, amistades y posibilidades de una vida sexual más rica. También me han revelado existencia de Carmen, una formación inglesa de los 70 que hacía una mezcla de progresivo y flamenco vestidos en plan glam. Una maravilla, vamos. Su primer disco se llamó ‘Fandangos in Space’. Y si con eso no está ya dicho todo, la portada viene a confirmar la sordidez del asunto al mostrar una especie de Bernarda Alba sideral. ¡Eso sí que es una idea visual potente!
Básicamente, las canciones eran como lo que Jethro Tull hizo con el folk inglés, pero con flamenqueo. No estamos hablando aquí de capulladas como Pata Negra o Estopa. Esto va de arreglos complejos, canciones con varias partes, cambios de tiempo, emotividad y amor. Y todo dando mucha risa. Bueno, tanta risa no. Sólo un poquito. Al menos hasta que se ve les ve en vivo. Entonces llega el gran descojone. ¡Sólo el rock progresivo puede brindarnos tan maravillosa mezcla!
El grupo llegó a durar tres discos. El bajista acabó uniéndose a Jethro Tull, pero el resto regresó al anonimato. A pesar de tener los cojones de salir por la tele con esos magníficos trajes y cantando ‘Anda jaleo jaleo / en el café de Sevilla they get down al tiroteo’, Carmen fue condenado al olvido. Y mientras tanto, la gente le sigue haciendo caso a Kiko Veneno. Si es que así no vamos a ninguna parte.