Slim Borgudd: miembro de ABBA, piloto de F1 y camionero. Top that!

Foto del autor

5
(2)
Un realizador de publicidad me dijo hace poco “Yo no soy nada mitómano, pero la única vez que, en mi vida, me acerqué a alguien para pedirle un autógrafo, ese alguien fue Jordi Hurtado”. Evidentemente, en este blog somos unos mitómanos irredentos, pero esa frase me hizo reflexionar. Si sólo pudiese pedir un autógrafo en mi vida… ¿A quién se lo pediría? De repente, me encuentro con un personaje sueco que reúne varias de mis fijaciones vitales: el rock sinfónico, ABBA (y todo lo que implican) y la Fórmula 1. Evidentemente, Slim Borgudd es un candidato a ese “único autógrafo ever”.

La historia de este batería no puede comenzar peor: tras una inventar el pop-rock sueco sesentero con la banda Made in Sweden, abraza el rock sinfónico en la banda Solar Plexos. Por si el nombre – y la pintorra de marujón de su cantante – no doliese lo suficiente, las portadas dan fe de la impecable interpretación que, en Suecia, se hizo de los años 70. Por lo menos, ellos tenían excusa, no como yo, que en pleno 2006 sigo cediendo ante ese reverso tenebroso de la música que es el rock sinfónico (sí, me estoy bajando su canción «El Ojo de Odín» de la mula, lo confieso ¡pero seguro que tú estás ya con el cuarto cd de la antología de la zoofilia con banda sonora de Luis Cobos! Vale, de acuerdo, lo mío es peor). Cuando en 1975 el sinfónico estaba en pleno declive, Slim probó suerte cantando en un disco en solitario de cuya ignominia dan fe títulos como “Machine Man Woman”, “Hot Metal” o la demencial “You Son of a Baker”. Pero la relevancia de este lp está en su título: ‘Funky Formula’, donde Slim sale con un casco de piloto. A raíz de ello, Slim se pregunta si su verdadero talento no estará en el mundo de la Fórmula 1. Ni corto ni perezoso, se aventura a pilotar en categorías inferiores para, oh sorpresa, hacerlo francamente bien.

En medio de gloriosos resultados automovilísticos, Slim recibe un día una llamada de su viejo amigo Björn Ulvaeus (el más feo de ABBA y mi favorito de los cuatro, fíjese usted) que le propone tocar la batería en nuestra banda sueca favorita (y, por una vez, no estamos hablando de Europe). Evidentemente, esta combinación entre «Batería de ABBA» y «Estrella de la Fórmula 3000 (por detrás de Alain Prost)” no puede pasar desapercibida para el mundillo de la F1. Consecuentemente, en 1981 Slim Borgudd debuta en la categoría reina del automovilismo con el decadente equipo ATS. Y lo que es mejor: la decoración de su bólido incluye el logo de ABBA en los pontones laterales. En mi selectiva memoria histórica, sólo la decoración de los Hesketh con imágenes light de Penthouse iguala la de ATS de Slim. No sólo estamos ante una cumbre del amor y la sordidez automovilística, sino que, además, los ABBA no pagaron ni un puto duro por plantar allí su logo. Antes bien, se trataba de una ”esponsorización de buena voluntad para atraer a futuros patrocinadores”. La lógica subyacente en ese razonamiento de me escapa. ¿Pero qué esperaba ese equipo? ¿Publicidad de la revista Bravo en los alerones traseros?

Sea como fuere, el señor Borgudd debutó obteniendo un digno decimotercer lugar en la primera carrera, a tres vueltas del vencedor Nelson Piquet. Las cuatro siguientes carreras fueron, en cambio, ignominiosas, no consiguiendo Slim precalificarse para ninguna de ellas (básicamente, solía quedar a casi 8 segundos del tiempo de pole). El buen nombre de ABBA era así arrastrado por el fango de los circuitos europeos hasta que Borgudd, en un arrebato de pundonor, logró calificarse para un gran premio de Inglaterra en el cual casi todo el mundo abandonó, con lo que Slim consiguió un sexto puesto y, gracias a él, el único punto de su carrera. El arrebato de euforia hizo que los propios ABBA se personasen el el siguiente gran premio de Alemania, pero Slim terminó aquella carrera reventando el motor. Seguro que Agnetha lloró y muchos corazones se rompieron en el muro de boxes. Me imagino a Slim volviendo cabizbajo al garaje mientras Frida le cantaba el «Winner Takes It All» por la megafonía. Esta fue la tónica hasta el final de temporada: buenas calificaciones, fallos mecánicos en carrera y, lo más importante, un fichaje para el año siguiente para el mítico equipo Tyrrell, después de haber, durante 1981, humillado Slim al entrañable Michele Alboreto.

El caso es que, ese año, sin el apoyo de ABBA en la decoración del coche, la magia de Slim se desvaneció, le echaron de Tyrrell, y decidió buscar fortuna en otras praderas más verdes. Era 1983, uséase, que con la desbandada de ABBA en 1982, Borgudd tuvo que replantearse su existencia. Después de conducir turismos pintados de forma veramente orrenda (véase foto), Slim se reinventó a sí mismo como lo que siempre quiso ser desde la infancia. No, leñador no. Él siempre quiso ser camionero, y a ello se aplicó con tal intensidad que logró el título en la máxima disciplina camionera en el año 1995.

Viendo cómo este señor ha logrado triunfar de tal manera en el campo del motor y de la música, yo no puedo sino repetir la frase de Ramón Trecet “¡Ese negro es mi hombre!” sólo que aplicada a un sórdido sueco. Y, por supuesto, unas preguntas se me plantean… ¿Es Slim Borgudd el mesías al que debo seguir, como algunos hacen con Jesucristo? ¿Todas mi vida he querido ser como él? y, la consecuencia lógica ¿Terminaré siendo camionero?

Tengo que oir menos rock sinfónico…

Vota esta publicación

¡Haz click en una estrella para puntuarla!

Puntuación media 5 / 5. Recuento de votos: 2

No hay votos hasta ahora! Sé el primero en calificar esta publicación.