Mi Primo Porno (y la Mítica Olga)

Foto del autor

5
(2)

Entre estas dos fotos (el bautizo de mi hermana y mi 31 cumpleaños respectivamente) median casi 30 años. Elementos en común: mi primo y un servidor de ustedes. Entremedias, un largo desencuentro y un glorioso reencuentro que, por su interés, pasamos a reproducir (“jarl”, sueno como el facha que lee las editoriales de El Mundo y de Jiménez Losantos en Canal 7 ¿es la seducción del fascismo?).

A lo que íbamos. Hace unos años, cuando mi novia comenzó a convertirme en ser humano y sacarme de las más profundas simas del frikismo – aunque, visto este blog, parece que hubiese fracasado, os aseguro que mi estado vital era todavía más ignominioso – me comentó: “Es cierto que los gallegos no sois muy normales. Yo tengo un amigo de Vigo tan depravado como tú que te va a caer muy bien”. Una vez más, acertó. En la fiesta en la que nos conocimos, entre múltiples chascarrillos y remembranzas de la ciudad olívica – no, Jaén, no – surgió esa tonterida de “-Posse es un apellido muy raro… ¿Cómo se llama tu abuelo? -Pues Antonio Posse Quirós -¡Coño! ¡El tío Antonio!”. Y es que Vigo es pequeño, pero 300.000 habitantes dan para que cualquier vigués que te presenten no sea necesariamente tu primo.

Pero lo mejor estaba aún por llegar. Una cosa es que, después de tantos años, ese niño que salía en la foto del bautizo de mi hermana tuviese su propio devenir vital, que incluyese Bellas Artes, diseño, y una gran relevancia en el mundo del bondage, fetish y S&M español (en su blog podréis aprender deleitándoos a la par que cagándoos en Rajoy, lo que siempre está bien), y otra cosa muy distinta es que ese primo fuese… ¡el niño que llevaba las arras en la boda de mis padres! ¡Y con impagable camisa de chorreras! Bueno, lo de las chorreras en plena década de los 70 tiene su pase, lo que no tiene pase alguno es mi actitud hacia mi primo por aquel entonces.

Yo tendría unos cinco años, veía la foto de la boda de mis progenitores, y asumía que ese niño que, entre mis padres, desempeñaba un papel tan glamouroso como protagonista, sólo podía ser YO. No me miréis así, a los cinco años no sabía que ir de blanco a la iglesia con tu propio hijo portando las arras consistía un desbocado acto de cinismo. Suficiente, incluso, para que el Cristo se desclavase de la cruz y empezase a repartir hostias entre todo el convite nupcial. Lógicamente, mi padre me decía “No, ese niño no eres tú, sino tu primo Miguelito”. Y yo, que no conocía a dicho sujeto, me enfadaba y buscaba perpetuar el autoengaño de que, aunque no me pareciese físicamente, yo era el niño de esa foto. Creo que no lo logré, pero esa boda me ha hecho vivir siempre en el engaño. Como el día en que encontré una cassette de audio en la que habían grabado la boda y que ponía “Low Noise”. Con seis años asumí que “Noise” tendría que significar “Nuestra” en inglés (son parecidos, leñe) así que “Low” tendría que ser “Boda” por tener las dos una “o”. Tal vez necesite ayuda de una psicóloga como la mítica Cuñada para poder asumir mi pasado de forma sana.

El caso es que, más de veinte años después me topo con una figura mitológica de mi infancia y, en vez de descargar mi frustración hacia él, me hago “fans” suyo. No fueron pocas las sabidurías que de él aprendiere, guardando gratísimo recuerdo de una fiesta “Six”, que no “Sex”. En este evento, uno podía elegir su ámbito vital desde la más absoluta tolerancia. En una habitación se bailaba salsa, en otra podías tomarte tus clásicos canapés festeiros con cubata y, mientras tanto, oír los gemidos y fustazos que provenían del cuarto oscuro mientras un señor en tanga con botas de cowboy corría a tu lado en pos de un preservativo. Lanavajaenelojo, mientras tanto, era interrogada en la cocina “¿Quieres ser la reina de la fiesta? –Bueno, si no tengo que hacer nada -No, sólo tendrías que recibir -Errr, creo que esta chica lo haría mejor (señalando a la reina del cuarto oscuro) -Uy no, yo ya estoy muy cansada (doy fe que el ritmo de los fustazos me causaban más dolor por la muñeca que los producía que por las nalgas que los recibían)”. En fin, aquella fiesta me pareció el modelo de cómo se debería organizar España: tolerancia y diversión.

Furthermore, el carácter artístico de mi primo dio lugar a una bellísima colaboración entre ambos. En esa época yo dirigía un programa de Canal Satélite Digital llamado “Red Infernal” (un día faré un artículo sobre ello). Como el programa era una oda al cutrerío, la sordidez y, además, era emitido a las dos de la mañana, la cancha para hacer lo que te viniese en gana era absoluta. El primo y yo decidimos hacer una serie de piezas didácticas sobre el sado en las que, además de derribar prejuicios, no se cayese en el rollito de “vamos a reírnos un poco de esos frikis” tan propio de Crónicas Marcianas y bodrios similares.

La primera de ellas fue una entrevista a Olga Cambassani, transexual propietaria de una mazmorra sado. Olga había dado a conocer su “estado” a sus padres a través de una intervención en “Saber y Ganar”, así que, para la pieza, también dispuse de unas videocapturas de su gran tête-a-tête con Jordi Hurtado. Cuando mi cuñado, “fozando” (hurgando) en mi ordenador, vio esos documentos gráficos, exclamó: “¿Qué haces con estas fotos de la mítica Olga?” y, desde entonces, “la mítica Olga” devino la forma de llamar a la señora Cambassani. Enfervorizado al saber la dimensión del mito que abordaba, fui con el Primo a su mazmorra para rodar la épica entrevista que aquí os mostramos.

Desde entonces, Olga ha seguido batallando por los derechos de los transexuales y, desde aquí, le deseamos la mejor de las suertes. Mi primo, por su parte, tampoco ha descansado y ha seguido ganándose todo mi amor amén del apelativo “El Primo Porno” que ya ha llegado a lucir con orgullo. Otros le han llamado “Ediciones SM” pero, para mí, siempre será EL Primo por antonomasia.

Vota esta publicación

¡Haz click en una estrella para puntuarla!

Puntuación media 5 / 5. Recuento de votos: 2

No hay votos hasta ahora! Sé el primero en calificar esta publicación.